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Arriola es el "médico calmante" de Rajoy, "enfermo imaginario"

El que fuera secretario nacional de Formación del PP entre 1990 y 2001 critica el arriolismo que impera en el PP.

"¿Cómo es posible que un gran partido de casi un millón de militantes con un respaldo electoral sin precedentes en nuestra democracia tenga un soporte teórico y político tan débil, y a la postre tan problemático, como el arriolismo?". Esta es la pregunta que se hace Guillermo Cortázar en un artículo en El Mundo, donde define el arriolismo como "una forma de hacer (o no hacer) política consistente en dejar pasar las cosas, esperar a que los demás se equivoquen".

Cortázar describe a Arriola como un vivo, "una persona con limitada formación" que "compensa con su inteligencia" y que su relación con los presidentes del PP es meramente mercantilista. "Hay que tener en cuenta que el cliente de Arriola no es el PP sino su presidente, a pesar de que seamos los cotizantes del PP quienes pagamos al asesor", se queja.

Y al cliente hay que tenerle siempre contento. Eso es lo que explica, según Cortázar que Arriola haya mantenido como clientes tanto tiempo primero a Aznar y ahora a Rajoy. "Pedro Arriola es un buen conocedor de la naturaleza humana, sobre todo de los líderes políticos y su proximidad al presidente se basa en la singularidad de no ser un político y ser un auténtico bálsamo, un calmante medicinal de sus preocupaciones".

Cuenta que en las elecciones de 1989, Arriola le dijo a Aznar que no se preocupara por ganar elecciones hasta 1996. "Con ello estaba calmando a Aznar y sobre todo se estaba asegurando un cliente, hasta al menos 1996, que era su objetivo principal". Cuando Rajoy sustituyó a Aznar "no tenía razones para excluir a Arriola como suministrador de servicios, como balsámico médico de cabecera".

"Hay que tener en cuenta que el objetivo empresarial, profesional, de Arriola, perfectamente legítimo, no es ganar elecciones sino mantener un generoso cliente durante el tiempo más prolongado posible", y su intención es conservar al "cliente" Rajoy "al menos hasta las próximas elecciones generales de 2015". Para ello, le ha dicho al presidente del Gobierno que da igual que pierda las europeas o las municipales de año que viene, que "un resultado adverso puede ser positivo para las generales". "Esta función de asesor-calmante es lo que los dos presidentes-clientes agradecen como el agua en el desierto".

El arriolismo, concluye Cortázar, "es un rasgo bien expresivo de las limitaciones del PP. Arriola no es ningún gurú electoral, no está capacitado ni interesado en ello, es un taumaturgo, un médico calmante de presidentes del PP, enfermos imaginarios, agobiados y necesitados de consuelo".

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