En República.com, Pablo Sebastián, bajo el pseudónimo de Marcelo, no tiene duda ninguna y lo deja claro desde el primer párrafo. "En los últimos tres meses se han producido tres notorios ceses de los directores de los diarios La Vanguardia, El Mundo y El País, siguiendo la que parece ser una hoja de ruta premeditada de los primeros poderes del país (…) Parece bastante claro que en todos los relevos han influido claras motivaciones políticas que anuncian cambios inmediatos en las respectivas líneas informativas y editoriales de los tres diarios".
José Oneto, en el mismo periódico teme que se ha declarado una "epidemia entre los directores de periódico". "Gracias a esa epidemia, el Gobierno podrá respirar más tranquilo, por la nueva línea de moderación del periódico propiedad del Conde de Godó, que durante estos últimos meses se ha ido alejando de las posiciones más independentistas; por la salida de Pedro J. Ramírez, algo que tenía pendiente el Presidente del Gobierno (...), y por el nuevo orden que reinará en el periódico de Cebrián". Menos mal que alguien sale beneficiado.
José Sanclemente, en eldiario.es de Nacho Escolar, analiza las causas de la enfermedad. "Es un récord de mortandad que da que pensar si nos estaremos enfrentando a una epidemia". Y es que si nos atenemos a las explicaciones oficiales sobre "los tres fallecidos" resulta "que los diarios que dirigían hasta hace unos días habían caído en picado en ventas y en publicidad". Un horror, porque "si se extrapolara esta premisa al conjunto de la prensa, todos los directores de este país deberían dejar su puesto al frente de su periódico". Y sería ya no una epidemia, sino una pandemia peor que la gripe española. "Si concluimos que lo que se cierne sobre los responsables periodísticos de los diarios es un virus letal que tiene que ver con la orientación de los contenidos, entonces podemos hablar de una enfermedad de difícil curación. Los síntomas son claros: presión política alta, obstrucción del riego publicitario, parálisis del sistema de subvención central, oclusión digestiva bancaria, disfunción editorial y, finalmente, coma cerebral inducido para no provocar lesiones más graves en el aparato informativo". En el caso de Javier Moreno, fallecido director de El País, "ni el tratamiento de choque, con una sobredosis de pastillas de autocensura, le sirvió para librarse se la muerte".
Javier Fumero, en el Confidencial Digital también suma dos y dos. Y le sale que tanto director muerto no puede ser fruto de la casualidad. "Primero fue La Vanguardia. Después, El Mundo. Y ahora El País, donde aterriza Antonio Caño decidido a dar un giro (parece que también ideológico) a la cabecera. Internamente hay un grandísimo interés en desmentir que haya sido una decisión ‘política’, la respuesta a una orden dictada desde Moncloa que habría solicitado una cabeza en bandeja. Uno se puede emplear en El País contra el PP, contra Aznar, contra Génova, contra María Dolores de Cospedal, contra la trama Gürtel o el extesorero Luis Bárcenas. Pero sin hacer sangre (ojo a las portadas) y sin salpicar al Gobierno. España va bien. En Ceuta no se atropella a los inmigrantes. Y así sucesivamente".
Manuel Ortega, en El Semanal Digital destierra todas esas sospechas. Que no, hombre, que no. "La caída de Moreno arruina la teoría de la conspiración de Pedrojota", se ve claramente. "¿Son tres muescas en el revólver de Mariano Rajoy, como pregonan algunos interesados en achacar, por desgaste o por interés, el cese a maniobras políticas? ¿O tienen que ver con la crisis general que azota a los medios de comunicación y, sobre todo, a la prensa de papel?", se pregunta retóricamente, porque él tiene claro que la cruz se pone en la casilla número dos.
En Público no señalan a nadie como mano negra, pero Alejandro Torrus dice que "la redacción teme un giro a la derecha" con el nuevo director de El País. "Se habla de si es de derechas o de izquierdas o si viene a marcar un cambio en la línea del periódico. Desde aquí, lo que sí sabemos es que Caño no pertenece al ala izquierdista de la redacción por lo que tenemos un cierto miedo a que se imponga un giro a la derecha", explican a este medio fuentes de los trabajadores. Además los trabajadores tienen la mosca detrás de la oreja con el "carácter pactado de la sustitución" que les ha vendido Cebrián, "ya que la semana pasada Javier Moreno realizó nuevos nombramientos, como el de José Manuel Romero como jefe de Nacional". Y para qué tomarse tantas molestias si iba a coger voluntariamente la puerta, se preguntan los periodistas de El País.
En Voz Populi, Alberto Lardiés apunta en la misma dirección. "Entre los empleados cunde la preocupación, amén de la sorpresa por lo sucedido, por el perfil ideológico del nuevo director. Siendo un hombre de izquierdas, dicen, ha vivido una especie de cambio de pensamiento que ha consistido, básicamente, en "derechizarse". El hasta ahora corresponsal en Estados Unidos y responsable de la edición en América Latina no representa precisamente el giro a la izquierda que muchos demandaban para adoptar una línea más beligerante frente al Gobierno del PP. Antes al contrario, sus posturas serían, siempre según fuentes del diario, las más adecuadas para seguir seduciendo a Mariano Rajoy y a Soraya Sáenz de Santamaría". Y no digo más.
¿Y Wyoming qué tal andará? ¿Se habrá vacunado? ¿Sentirá un hormigueo en el estómago que se sube por la garganta y te produce una sensación como de asfixia, como una corbata apretándote la garganta? Creo que es uno de los primeros síntomas. Cuídate, macho.