Mariano Rajoy delimitó claramente aquellos "temas" en los que no se le puede pedir "que ceda" en sus planteamientos. "Los artículos 1 y 2 de la Constitución, España y la soberanía nacional no son negociables", solemnizó en el Senado. Hacía tiempo que el presidente no hacía un análisis tan extenso y sosegado -no hubo rastro de palabras altisonantes- y si algo también quiso dejar claro es que, durante su mandato, no habrá reforma de la Carta Magna.
Por supuesto, Rajoy siguió abonando su papel de hombre dialogante, pero señaló sus líneas rojas. Este diario ya avanzó el sábado que tiene la "firme" convicción de no permitir "ningún tipo de consulta" en Cataluña. Y, en este sentido, el jefe del Ejecutivo volvió a hacer una clara defensa de la unidad territorial, aunque sin estridencias. "No se me puede pedir que ceda en mis planteamientos", se justificó.
El senador del PSC José Montilla le preguntó por su hoja de ruta y le reclamó un marco beneficioso par a Cataluña con el objeto de parar la deriva secesionista. "No es razonable que el presidente cambie de criterio", le contestó Rajoy, que se congratuló de haber mantenido la misma postura -diálogo en el marco de la Constitución- desde que estallara de crisis.
En esta comunidad, como en el resto, la prioridad del Ejecutivo es salir del atolladero económico. Y, en este sentido, recordó los graves problemas de la Generalidad: "Elevada deuda pública, déficit público, impago a proveedores y la imposibilidad de financiarse en los mercados"- ante los cuales el Ejecutivo también "ha tomado decisiones".
No se quedó ahí. También quiso desterrar la propaganda nacionalista de que el Estado no invierte en Cataluña. Mentó las nuevas líneas de AVE y las obras del aeropuerto del Prat, a lo que sumar la promesa de llevar a cabo el corredor del mediterráneo. "Éste Gobierno ha cogido el toro por los cuernos", proclamó en relación a la situación económica, y por ello se conjuró para "continuar con esa política".
Reformar la Constitución "un enorme error"
"En cuanto a todo lo demás", el presidente se fijó en el programa electoral con el que concurrió a las elecciones. Un plan de acción "en el que no se hablaba de reformar la Constitución, el marco normativo o las reglas de juego", expuso en hasta dos ocasiones. Si otras formaciones quieren andar ese camino, "hay instrumentos" para ello. Esto es, anima a nacionalistas o socialistas a plantear cambios en el texto de 1978 y llevarlos al Congreso, pero deja claro que el partido en el poder no se sumará en ningún caso
"Hay instrumentos para cambiarla", les llegó a ofrecer. Pero a renglón seguido quiso dejar bien claro: "Con todos mis respetos, reformar la Constitución para dar satisfacción a quien no se va a sentir satisfecho con eso –en relación a Artur Mas- es un enorme error" y por lo cual "yo no lo haré", zanjó recibiendo el aplauso con los suyos.
Se permitió, incluso, hurgar en la división del PSOE sobre el modelo territorial. Le preguntaba Montilla, del PSC, con el que mantiene una buena relación en sus rifirrafes en la Cámara Alta. "Por lo que veo y por lo que pienso, estoy mucho más cerca de usted que gente de su partido", lanzó. Previamente, el expresidente catalán había pedido un marco negociador para lograr "un mejor encaje" de la comunidad "dentro de España". Rajoy se quedó con la idea de no romper España, y argumentó: "Lo que se está discutiendo aquí es el artículo 1 y 2" y “la soberanía es del conjunto de los españoles”. En su opinión, así lo piensa también Montilla “lo cual me tranquiliza y reconforta”.
El presidente resumió. "No ninguneo ninguna vía ni desprecio ninguna opción" pero no habrá reforma de la Carta Magna. Mantendrá una vía de diálogo hasta el final, pero no permitirá la consulta. En caso de que la Generalidad siga con sus planes y anuncie la fecha de la consulta, el Gobierno irá al Tribunal Constitucional, que la prohibirá. La impresión del Gobierno es que Mas no se atreverá a ir más lejos. En el Senado, Rajoy aseguró que protegerá, pase lo que pase, la soberanía nacional.