La Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, especialmente su Grupo Económico, investiga la identidad de la persona o personas que, a los dos o tres días de ser ingresados por la Administración en entidades bancarias el dinero de los ERE, lo retiraban en metálico, en lo que, en apariencia, parece un caso de blanqueo de capitales. Libertad Digital ya anticipó que tras la trama de los ERE subyacía una trama de facturas falsas.
Según La Razón, el dinero duraba muy poco en las cuentas beneficiarias de los ERE, ya que, lejos de ser transferido a otras cuentas o entidades, como suele ser habitual en este tipo de casos, era sacado en metálico por personas cuya identidad se trata de determinar. Ahora hay que averiguar quiénes y quiénes eran los bancos y los empleados de estos que favorecían dicho tráfico.
El sistema ha sido detectado hasta en ocho entidades bancarias, la mayor parte de la provincia de Jaén y ligadas de algún modo a la trama que encabezaba el ugetista Juan Lanzas. Igualmente, la Guardia Civil quiere conocer si en esas entidades había algún empleado que, de algún modo, facilitaba las operaciones (sin conocimiento de la dirección) y no comunicaba los hechos, como hubiera sido preceptivo por el origen del dinero, las cantidades extraídas y la posibilidad de que el asunto pudiera constituir un delito de blanqueo de dinero.
Para ello, la Guardia Civil ha requerido que se le entregue, en soporte papel, todos los detalles relativos a los movimientos de esas cuentas, quién era la persona o personas que sacaban el dinero y quién les atendió.
La impresión que existe entre los investigadores, por las pesquisas ya realizadas y las informaciones que se van conociendo, es que estamos a las puertas de un estudio a fondo de la posible financiación irregular de algunos sindicatos.
La red de facturas falsas
Según su testimonio, no todas ellas estaban inmersas en Expedientes de Regulación de Empleo ni todas ellas están radicadas en Andalucía aludiendo a que la red, tejida por Antonio Albarracín, cerebro del operativo junto con Juan Lanzas, que tenía oficinas en Madrid, Barcelona y Bilbao llegaba, al menos, hasta Asturias y País Vasco.
Simulaban "números rojos" con facturas falsas
El entramado Albarracín-Lanzas-Leal les procuraba facturas falsas que compraban enviando el dinero a las cuentas que el entramado tenía en Sevilla. Posteriormente, cuando recibían la aprobación de la Junta a su ERE y esta se hacía cargo de las prejubilaciones, compensaban el coste de las facturas falsas con el ahorro en el procedimiento de reajuste de la empresa. Este era el modo de acceder al procedimientos de regulación de empleo intermediado por Juan Lanzas, consensuados con CCOO y UGT y sus despachos satélites. Este fue el caso de algunas empresas como Surcolor, Primayor, Dhul y Mercasevilla entre otros.
Los bancos y la retirada de dinero
Las facturas se elaboraban en la empresa de Eduardo del Real y cuando estaban elaboradas se metían en sobres y luego en un maletín que se llevaba en mano a Madrid, a la atención de Antonio Albarracín, el exdirectivo de la empresa Vitalia, que se encargaba de "venderlas" a las empresas solicitantes a cambio de su importe total y completo. O sea, habría así dos circuitos de sobres: unos con dinero y otros con facturas.
Después, el dinero llegaba a tres o cuatro bancos próximos al Hotel Macarena de Sevilla, muy próximo al Parlamento andaluz. En estos bancos, el dinero se ingresaba en las cuentas abiertas al efecto y luego era retirado por el propio Algarín y otros correos. El dinero se metía en sobres sin anotaciones y se llevaba al lugar en el que se encontraba Juan Lanzas, principalmente al Bar Parlamento, próximo a la Cámara andaluza, aunque asimismo a bares cercanos a la Consejería de Empleo y de la Delegación de la Consejería de Empleo en Sevilla, regentada entonces por Antonio Rivas.
De ser cierto lo que asegura Algarín, que afirma haber explicado a la UCO el procedimiento, el dinero entregado en sobres a Lanzas para su distribución entre "los señores del Sur", no procedería de las comisiones extralegales de los ERE sino de la falsificación en masa de facturas a una relación amplia de empresas.