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El chivatazo del bar Faisán llega a la Audiencia Nacional

El fiscal Bautista solicita dos años de cárcel para Pamies y uno y medio para Ballesteros por un delito de revelación de secretos.

La Audiencia Nacional juzgará a partir de mañana, lunes, al exjefe superior de Policía en el País Vasco Enrique Pamies y al inspector José María Ballesteros como presuntos autores del chivatazo al aparato de extorsión de ETA, que se produjo el 4 de mayo de 2006 en el bar Faisán de Irún (Guipúzcoa), en plena negociación entre el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y la banda terrorista.

El juicio, que se celebrará en la sede de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid) hasta el miércoles, estará dirigido por el presidente de la Sección Tercera de la Sala de lo Penal, Alfonso Guevara, y contará con las declaraciones de más de un centenar de testigos, entre ellos el jefe del equipo investigador, Carlos Germán, y un etarra apodado El Romano con el que Pamies supuestamente se iba a reunir en las proximidades del Faisán, informa Europa Press.

En su escrito provisional de conclusiones el fiscal Carlos Bautista solicita dos años de cárcel para Pamies y uno y medio para Ballesteros por un delito de revelación de secretos, aunque por orden del fiscal general del Estado, Eduardo Torres-Dulce, incluyó como alternativa una petición de cinco años de cárcel por colaboración con organización terrorista.

La asociación Dignidad y Justicia -DyJ- solicita penas de nueve y diez años de cárcel, respectivamente, por un delito de colaboración con organización terrorista y otro de revelación de secretos con grave daño para la causa pública. Por estos mismos delitos la Asociación de Víctimas del Terrorismo -AVT- reclama penas de ocho años y medio de cárcel para Pamies y de ocho para Ballesteros, respectivamente.

Las defensas, por su parte, solicitan la libre absolución de sus representados al cuestionar las principales pruebas esgrimidas por las acusaciones y vincular el chivatazo a la actuación del equipo policial que investigaba al aparato de extorsión de ETA, que dirigía Germán.

El soplo, según el fiscal

El chivatazo, que detallaba la existencia de una operación policial contra el aparato de extorsión etarra, fue recibido por el dueño del bar Faisán, Joseba Elosua, quien presuntamente actuaba como enlace entre los empresarios vascos extorsionados y el miembro de la banda terrorista José Antonio Cau Aldanur. Un desconocido entró en la mañana del 4 de mayo de 2006 en el establecimiento y le facilitó un teléfono móvil desde el que una tercera persona le dijo que no se reuniera con el etarra en España porque iban a ser detenidos.

Según el relato de hechos de la Fiscalía, Pamies tuvo conocimiento de la operación policial durante la tarde anterior al dispositivo y envió al Faisán a Ballesteros, quien entró por la puerta trasera, sabedor de que desde hacía un año se había eliminado la vigilancia personal y electrónica.

A las 11:17 horas la cámara de videovigilancia del equipo que dirigía la operación policial contra el aparato de extorsión de ETA registró a Ballesteros, tal y como reconoció él mismo durante la instrucción. En 2011 los peritos de la Guardia Civil concluyeron que las cintas presentaban al menos dos cortes "no accidentales" en momentos "clave" de la investigación.

"Conciencia de la situación política"

La llamada del chivatazo se habría producido, según las acusaciones, a las 11.23.31 y duró 8 minutos y 11 segundos. En ella, Pamies habría advertido a Elosua de que "tuviera conciencia de la situación política" derivada de la negociación con la banda asesina.

El comunicante también trasladó a Elosua que "le venían controlando desde hacía tiempo", citó una reunión que había tenido en una sidrería de Oiartzun (Guipúzcoa) con el dirigente del PNV Gorka Aguirre y el presunto intermediario Ramón Sagarzazu y le dijo que iban a detener a Cau Aldanur al cruzar la frontera.

También sabía "lo de las botellas de vino", clave que empleaban los miembros del aparato de extorsión para justificar cada entrega de 6.000 euros, y le pidió que "no dijera a nadie que le había llamado" y que "no hablase por los teléfonos ni en el coche", que estaba controlado por la Policía con una baliza.

Elosua tardó casi una hora en desplazarse a Francia porque, según la conclusión del equipo investigador dirigido por el comisario Carlos Germán, se dirigió a una lonja de su propiedad para destruir supuestamente cartas de extorsión y esconder dinero y sellos de ETA. Después, intentó llamar a Cau Aldanur desde la cabina situada frente al establecimiento y, al no localizarle, cruzó la frontera junto a su yerno, Carmelo Luquín.

En el curso del viaje en coche Elosua comentó con su yerno el aviso que había recibido. "O son maricones o son maderos", señaló tras revelarle que el agente que le visitó se refirió a la persona que le había dado el soplo como "mi compañero".

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