Mariano Rajoy es reacio, por estilo, a los cambios bruscos. Y mucho más, si cabe, si se trata del Rey y su familia. Tanto es así que, ya de primeras, el Ejecutivo era más que contrario a la imputación de la infanta doña Cristina, queriendo convertir a Iñaki Urdangarín en el único peón de juego judicial. Pero todo se torció, admiten en privado.
Sin embargo, en esta estrategia de dejar las cosas básicamente como están, sorprendió enormemente -especialmente en sectores del PP- que la pasada semana, en pleno huracán mediático y político, el presidente no hiciera una encendida defensa de don Juan Carlos y la institución. Tuvo su oportunidad, en una rueda de prensa junto con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, pero no quiso hacerlo. Se limitó a contestar que "no hay previsto a hacer absolutamente nada", cuando le sacaron a colación una posible abdicación del monarca o que la infanta imputada renunciara a sus derechos dinásticos.
La frialdad del jefe del Ejecutivo se repitió un día después en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Soraya Sáenz de Santamaría confirmaba la inclusión con limitaciones que todavía se negocian de Zarzuela en la ley de transparencia, y se amparaba en el respeto a los tribunales para no entrar a valorar el varapalo judicial. En privado, ministros consultados insistían en que la consigna, el objetivo final, es "salvar la institución", y que tal meta pasaba irremediablemente por dar claridad a las opacas cuentas de la Jefatura del Estado.
Ahora bien, en ese quehacer gubernamental ya no se incluía un apoyo público a la Corona, que semanas atrás sí había transmitido la vicepresidenta, por ejemplo. Algo que, pasado el fin de semana, cambió de forma brusca. De nuevo, en una comparecencia -en esta ocasión, con motivo de la visita del británico David Cameron- Rajoy respondía sobre el Rey, pero de forma mucho más vehemente: su "papel" desempeñado en la Transición y en el frustrado golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 demuestran "quién es el monarca" y su "pujanza", argumentó.
En el propio PP resultó llamativo este cambio, que oficialmente se rechaza o se limita al máximo. "Ha habido una llamada, eso es seguro", coincidieron varios cargos de alto nivel consultados. Cabe destacar que en las últimas horas, Zarzuela ha llamado a varios directores de medios de comunicación, pusieron como ejemplo las citadas fuentes. Hasta el viernes, sólo Ana Pastor, ministra de Fomento, dejó clara su "lealtad" a la institución.
Las declaraciones de este lunes "son las lógicas" mientras que las de la semana pasada fueron "tal vez, algo escuetas", adujo un miembro del gabinete, corroborando cierto cambio en las palabras del jefe. A pesar de la cocina de las encuestas, que desvelan una desafección cada vez más de los ciudadanos hacia la Corona, Rajoy también se mostró seguro de que "una gran mayoría de españoles siguen apoyando una institución que ha sido muy útil y muy provechosa para el país".
En el Gobierno dicen que parte de la culpa de la tensión vigente es la crisis institucional, que se deriva de la económica. Y por ello aseguran que la cosa se normalizará una vez empiecen a producirse mejoras, fechadas por Rajoy en 2014. Hasta entonces, desde Moncloa se insiste una y otra vez en que "las instituciones funcionan" y que esta recesión "no puede llevarse por delante el sistema".