Cuando Narcís Serra jugaba a los espías con 'La Vanguardia' y el CESID
En 1993 y 1994, El Mundo destapaba el Caso Godó. En ABC, Federico Jiménez Losantos siguió en sus "Comentarios liberales" la trama de espionaje.
Hace ahora 20 años, el periodista Antonio Rubio destapaba en el diario El Mundo el llamado Caso Godó una trama política en la que miembros de los servicios secretos, periodistas y un vicepresidente del Gobierno aparecían inmersos en un caso de espionaje y escuchas ilegales que terminó llevándose por delante al director del CESID a mediados de los 90.
Hoy, política y espionaje se mezclan con agencias de detectives privados en medio de constantes escándalos de corrupción que cada día nos sirven –con fotocopias o sin ellas- los periódicos. Hace 20 años Narcís Serra, vicepresidente del Gobierno socialista de Felipe González, controlaba escuchas y espionaje telefónico en los que estaban implicados antiguos agentes de los servicios de espionaje del Estado y el empresario Javier Godó. Un informe policial acusaba al propio CESID de controlar esa red.
Según las informaciones de la época, el director general del CESID, Emilio Alonso Manglano, daba instrucciones manuscritas –y con el membrete del CESID- al coronel en excedencia Fernando Rodríguez, para que se pusiera en contacto con el propietario de La Vanguardia, Javier Godó. Así, el Gobierno –los servicios de espionaje estaban controlados por Narcís Serra- utilizó la protección de La Vanguardia en una operación que se empleó para procedimientos delictivos. Serra aparecía en los papeles bajo las siglas "VPG" –vicepresidente del Gobierno- y Fernando Rodríguez como "Romeo", que empezó a trabajar como asesor de La Vanguardia.
Rodríguez tenía la misión –encargada por Manglano- de tranquilizar a Godó y convencerle de que no había ningún complot contra él. Rodríguez debía persuadirle además de que ni el empresario Javier de la Rosa ni el entonces presidente de la Generalidad, Jordi Pujol, intrigaban para hacerse con el rotativo, y de que no había pactos entre el Gobierno, Antonio Asensio -presidente del Grupo Z- y Mario Conde, expresidente del Banesto, para controlar Antena 3 de Radio y Antena 3 TV.
El segundo paso, era controlar las informaciones de La Vanguardia y el encargado de colocar las escuchas, los pinchazos telefónicos y las intervenciones de conversaciones, para quien emplearon al famoso agente Mikel Lejarza, alias Lobo.
En este escándalo, los agentes encontraron en los domicilios de los detenidos y en la sede de La Vanguardia cintas con 100 horas de grabación de conversaciones privadas, que no fueron transcritas ni consideradas en el proceso judicial.
Los miembros de la red de las escuchas, que fueron contratados a nivel privado por la editora catalana, se sirvieron de material electrónico sofisticado del CESID. También utilizaron DNI falsos, elaborados por "La Casa" –como se conocía al CESID-. Por este motivo, Emilio Alonso Manglano, exdirector del CESID, y el teniente coronel Julio Leal Pérez Monedero tuvieron que declarar ante el juez de Barcelona.
De todo este escándalo dio cuenta el director de Es la mañana de Federico y presidente de Libertad Digital, Federico Jiménez Losantos, desde sus "Comentarios liberales" en ABC. Muchas de sus reflexiones y comentarios de hace 20 años cobran absoluta vigencia a la luz de las revelaciones que día a día nos ofrecen los medios de comunicación.
Losantos, hace 20 años, como ahora
En 18 de Noviembre de 1993, Jiménez Losantos escribía sobre la trama de espías organizada en torno a Javier Godó en Barcelona. Explicaba que el editor de La Vanguardia contrató "a los servicios de una brigadilla de agentes o exagentes del CESID para espiar a los suyos y cabe suponer, a los ajenos". Losantos advirtió entonces de que no debería resultar extraña la actitud "gangsteril" de las operaciones de González: "En los últimos años de felipismo las operaciones importantes de dinero y de medios de comunicación se han llevado a cabo de forma gangsteril". Ya entonces apuntaba la posibilidad de que "Godó contratara los agentes o exagentes del CESID para defenderse de operaciones de espionaje". "No me extañaría", decía.
Del ministro del Interior, Jose Luis Corcuera decía que tiene que estar "pasándoselo bomba escuchando las 100 horas de grabación" en las que "se encerrarán los secretos verbales de grandes ejecutivos y periodistas de radio, Prensa y televisión". Además, apuntaba que "si Godó mandó espiar a Pedro J. Ramírez, Corcuera se hará suscriptor perpetuo de La Vanguardia y la sección de sucesos".
Días después, el director de Es la Mañana volvía sobre los nuevos detalles de la trama de espionaje, en la que se confirmó que habían participado agentes del CESID, policías y guardias civiles, "unos en excedencia y otros no". En concreto, hablaba de uno de ellos, que ocupó altos cargos de la Policía entonces, y que se dedicaba a "espiar a miembros del Gobierno, concretamente del Ministerio de Hacienda y el Banco de España". Federico lo destacaba porque, en su opinión, "muy mal tiene que estar un país cuando gente que ocupa puestos de máxima responsabilidad pasa a la delincuencia sin solución de continuidad".
Como no podía ser de otra manera, Godó acabó siendo "rescatado" del escándalo, para no verse salpicado. Jiménez Losantos daba cuenta de ello: "El señor juez ya ha metido y sacado de la cárcel al servicio del señor conde, pero el señor conde no ha sido llamado a declarar". Además apunta también a Narcís Serra y "al jefe de los espías" , como posibles "socorristas" que salvan a Godó, siempre bajo el mandato del Gobierno central. Al final, Federico concluye con un vaticinio: todo esto seguirá ocurriendo "mientras el nuestro sea el único Parlamento del mundo civilizado que no controla a los espías".
Sobre el caso CESID-Godó, en febrero de 1994, Jiménez Losantos escribía que "si hay justicia en España, se convertirá en el caso Serra, para descrédito del vicepresidente y del presidente que lo nombró".
Claro que Jiménez Losantos clamó en el desierto al reclamar "justicia" en España. Manglano pasó a ser asesor del ministro de Defensa Suárez Pertierra como premio a los servicios prestados. Por su parte, Narcís Serra, lejos de ser procesado, pasó del Gobierno a ser primer secretario del PSC, después fue diputado en el Congreso por la circunscripción de Barcelona y finalmente, presidente de la Caja de Ahorros Caixa Cataluña.
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