La elección del sucesor de Benedicto XVI deberá cumplir una serie de ritos y requisitos y tal y como establece la Constitución Apostólica de Juan Pablo II "Universi Dominici Gregis" en su párrafo 27.
En este sentido, será el cardenal Camarlengo, en este caso el cardenal Bertone, tiene un papel esencial durante todo el tiempo que esté la sede vacante, y que fue nombrado como tal por el propio Benedicto XVI en 2007.
De este modo, los cardenales electores serán 61 europeos, 19 latinoamericanos, 14 norteamericanos, 11 africanos, 11 asiáticos y 1 procedente de Oceanía. Estas cifras pueden variar según la fecha de inicio del cónclave: el cardenal Walter Kasper, por ejemplo, cumple 80 años el 5 de marzo. El país con mayor número de cardenales electores es Italia, con 21. Sesenta y siete electores han sido creados por Benedicto XVI, y los cincuenta restantes por Juan Pablo II.
Pero además, una de las innovaciones en este sentido que llevó a cabo Juan Pablo II sobre los cónclaves es que los cardenales electores, 117 el 28 de febrero, se alojarán en la residencia vaticana Casa Santa marta, lugar completamente independiente de la Capilla Sixtina, lugar en el que se desarrollan las votaciones.
Además, los cardenales electores deben permanecer en el Vaticano durante todo el período de duración del cónclave, ninguno puede acercarse a ellos cuando se trasladan desde la Capilla Sixtina a su lugar de residencia y viceversa y todas las formas de comunicación con el mundo exterior están prohibidas. Como ya se hizo en el pasado, la estufa de la Capilla Sixtina se usará para quemar las papeletas después de cada votación.
Benedicto XVI modificó ciertas normas
El cónclave podría celebrarse, a falta aún de confirmación, entre quince y veinte días después del 28 de febrero. En 2007 Benedicto XVI modificó las reglas para la elección de su sucesor, en concreto el sistema de mayorías que establece el texto de 1996 para la elección de Papa, pero dejó vigente todo lo demás. Así, para elegir al sucesor de Benedicto XVI será necesario obtener la mayoría de los dos tercios de los votos de los cardenales electores en todos los escrutinios.
Hasta entonces era necesaria esa mayoría, pero si tras el tercer día de votaciones y llegados al 33 o 34 escrutinio no se producían resultados positivos, se decidía seguir por mayoría absoluta. Asimismo, la nueva normativa establece que cuando llegue el turno de voto de los dos cardenales más votados, éstos no podrán participar en la votación.
En lo referente al nombre de los candidatos, debe figurar en la papeleta escrito con una caligrafía distinta a la particular de cada cardenal, y está prohibido a los electores desvelar a cualquier otra persona noticias sobre las votaciones, antes, durante y después de la designación del nuevo Papa. Después de cada elección se queman las papeletas.
La tradición indica que los cardenales provoquen con paja seca o húmeda que el humo sea negro si no se ha elegido papa, o blanco si la votación ha dado como resultado la elección del nuevo pontífice: es la conocida "fumata negra o fumata blanca".
Una vez que el elegido "acepta su elección canónica" como Sumo Pontífice, el primero de los diáconos -cardenal Protodiácono- anuncia desde el balcón de la Basílica vaticana la elección del nuevo Papa con la tradicional fórmula: "Nuntio vobis gaudium mágnum: Habemus Papam!" y este último imparte la bendición Urbi et Orbi.