Santiago Cervera era hasta el pasado lunes un desconocido para la gran mayoría de españoles. Diputado raso del Partido Popular, apenas ocupaba una secretaría en la Mesa del Congreso. Como tantos otros políticos, se escondía tras unas siglas que le daban un anonimato que sólo se rompía en su Navarra natal.
El pasado día nueve, durante unas horas, Cervera rompió con esta imagen y durante unas horas fue el protagonista de todas las portadas de los grandes medios españoles. El marido de la exdirectora de RTVE, Mónica Ridruejo, protagonizó la más rocambolesca historia político-detectivesca de los últimos años. Fue, según admite "un acto estúpido de alguien inteligente".
Este domingo, el suplemento Crónica del diario El Mundo reproduce las horas más oscuras de toda aquella trama. Según la información de Gonzalo Suárez, la historia es como sigue, siempre según la versión de Cervera, claro:
- El 29 de noviembre, el diputado navarro recibe un mail en el que un remitente anónimo le asegura que tiene información comprometedora sobre Caja Navarra.
- El 4 de noviembre, José Antonio Asiáin, presidente de la entidad, recibe otro correo electrónico, también anónimo, en el que le piden 25.000 euros a cambio de no desvelar secretos de la caja.
- En los dos correos, se hace referencia a un mismo lugar: un hueco en la muralla de Pamplona en el que uno debería depositar y el otro recoger el dinero.
- Cervera aprovechó sus visitas a la capital navarra para acudir hasta en tres ocasiones al lugar convenido (3, 8 y 9 de diciembre). Este último día, el pasado domingo, encontró el prometido sobre y se lo llevó.
- Minutos después era detenido por la Guardia Civil. Y al día siguiente, toda la historia se filtró a los medios.
Con este panorama, Cervera ve enterradas todas sus aspiraciones políticas. Un eterno ministrable (o al menos candidato claro a secretario de Estado o director de algún organismo público) pasaba al ostracismo de los apestados. Él jura que fue víctima de un engaño, que tenía como objetivo, precisamente, conseguir su desaparición de la vida política, algo que su enemigo, fuera quien fuese, logró.
Y en toda esta historia, se repiten una y otra vez las mismas preguntas: ¿por qué fue tan insistente y acudió hasta tres veces a la muralla? ¿Por qué no dijo a los agentes que le detuvieron nada sobre el mail hasta 3 horas y media después de su arresto? ¿Quién le ha gastado esta jugarreta? ¿Y por qué el PP nacional le dejó caer casi sin inmutarse apenas unas horas después de que su caso saliese a la luz? Todo en este caso es oscuro, tan misterioso como ese anónimo, que remitía a un sobre, que estaría escondido en una muralla...