La estrategia es clara: el PSOE sigue defendiendo una reforma de la Constitución pero desvían la atención de la cuestión territorial para centrarse en una "reforma global adaptada a los nuevos tiempos, pero con el mismo espíritu de consenso", tal y como defendió a su llegada el propio Alfredo Pérez Rubalcaba a su llegada al Senado.
Posteriormente, en conversación informal con periodistas, el líder del PSOE abogó por una reforma de la Carta Magna para "incluir la sanidad en el capítulo de los derechos fundamentales" como sucede en el caso de la educación. En este sentido justificó que los socialistas no incluyeran en su manifiesto por el aniversario de la Constitución su propuesta de federalismo porque "nuestra modificación es mucho más amplia".
Algo que, en palabras de otros dirigentes socialistas, debe hacerse "siendo siempre muy respetuosos con el procedimiento del consenso, pero siendo conscientes de que ha de adaptarse al presente sin manosearla", dijeron en referencia al Gobierno de la nación. "Lo que no compartimos es que el Gobierno esté utilizando la crisis para reformarla a través de leyes y decretos que rompen el modelo de bienestar que impregna la Constitución".
Paradójicamente, el único miembro del partido que no acató la nueva consigna y decidió ir por libre fue su presidente, José Antonio Griñán, al decir que hay que conseguir un modelo territorial que no tiene la Constitución. "Ustedes saben que la Constitución no tiene modelo autonómico, se ha hecho a través de los estatutos de autonomía. Por eso hay que cerrar el modelo autonómico, es lo que toca y hacer un desenlace consensuado con más cooperación y un modelo de corte federal".