"La España liberal pierde a su principal referente. Abandona por sorpresa por razones personales", titula El Mundo. Pedro J. está desconcertado. "Fue una decisión que llevaba madurando desde antes del verano pero que nadie esperaba". Y no se cree nada. "Aunque alegó razones personales para abandonar el cargo, la realidad es que ha pesado mucho su falta de sintonía política con Rajoy". También apunta a que los presidentes autonómicos "son el blanco de la ira popular" y cree que eso ha podido "influir en su ánimo". Con los momentazos que nos ha dado haciendo rabiar a los sindicalistas, Pedro, seguro que eso no ha sido. Y se despide con una lagrimita. "La presidenta de Madrid era un referente ideológico y moral para muchos militantes del PP, que se guiaban por su valentía y su claridad en los planteamientos (...) Se podrían decir muchas cosas buenas de ella, pero lo que nadie discutirá es que siempre ha sido una mujer coherente con sus ideas". Carmen Remírez de Ganuza no se anda por las ramas. "Esperanza se va harta" y el "portazo propinado" ha sido porque está hasta la cocorota de "años de lucha interna" y de "discrepancias y distanciamientos con el gobierno de Rajoy", dejémonos de pamplinas.
Casimiro García-Abadillo ve más lo del "cansancio político", no cree que a Rajoy "le produzca un gran desasosiego", sino que más bien se fumó un puro cuando Espe salió de su despacho y nos cuenta una verdad como un templo. "Sin Aguirre, la política en España será bastante más aburrida". Raúl del Pozo no se cree ni lo del cansancio. Ni cáncer, ni nietos, ni leches: "No soporta a Rajoy". Y punto.
En El País están que rabian, así que le recomendamos a Esperanza que se tome el día libre y se abstenga de leerlo. Nada, que no se han podido cargar a su enemiga número uno, y eso que no se les puede negar el empeño. "Aguirre sale indemne de dos oscuros episodios: el tamayazo y el caso Gürtel", dicen así como jodios. Mecachis, qué mala pata. Y no será que no intentaron cargarle el muerto. "Esperanza Aguirre dimite tras imponer su sucesor a Rajoy", titulan en portada a ver si siembran un poco de cizaña. Para Carlos E Cué es la "rendición definitiva", "deja la guerra" y "se retira sin pelear más". A Jesús Cebeiro se le nota preocupadillo. "Un abandono presuntamente definitivo", titula su columna con la mosca detrás de la oreja. De manera un tanto ruin, acusa a Aguirre de "invocar el cáncer" para conseguir "la no beligerancia de sus enemigos", que como todo el mundo sabe siempre ha asustado mucho a Esperanza. "La puesta en escena de esta (presunta) despedida –o sea, una rueda de prensa- demuestra una vez más su sentido del espectáculo". ¿Quería Cebeiro que hubiera enviado una carta de despedida a El País? Y se echa a temblar. "Una hipótesis que casi nadie se atreve a excluir" es que "se mantenga en la reserva por si sobreviene algún cataclismo". Vamos, vamos hombre, que no, que ya se ha ido, una pildorita, una visita al psicólogo y a secarse esos sudores fríos.
También en su último editorial dedicado a Aguirre atizan con alevosía. Su "estilo radical" suscitaba "grandes adhesiones y fuertes críticas" y "no cabe excluir un gran cansancio de la vida pública". ¡Anda! ¿Y si se ha marchado hasta el gorro de leer El País todos los días!
"Arriba Esperanza", dice La Razón. Marhuenda opina que se va una "política honrada y eficaz" que deja "un sentimiento de orfandad entre buena parte de sus votantes y correligionarios". César Vidal está desolado. "Cercana, cálida, popular, culta, jamás se dejó amilanar por los cenutrios que, envueltos en el ropaje de la progresía, le arrojaron encima toneladas de calumnias y de demagogia (...) No resulta extraño que la izquierda le dispensara desde el principio el odio que reserva para aquellos que sabe que son indomables". Y concluye hundido en la depresión. "Se me cae el alma a los pies pensando qué será de la política sin ella. ¡Gracias presidenta! ¡Esperanza, vuelve!". Sniff.
ABC dice que es un "adiós meditado desde hace un año" y que para nada tiene que ver con Rajoy. "Las razones para su renuncia responden a un cambio vital" dicen sin creérselo ni ellos mismos. "Son, por tanto, inapelables y descartan cualquier versión que quiera hurgar en problemas internos del PP". Y un cuerno, majetes, les dice Hermann Tertsch. "A nadie, ni siquiera a ella, puede culpársele si declara su cansancio en un panorama político como el español. Si se proclama agotada ante tanta retórica mugrienta, tanto complejo, tanta cobardía, cochambre oportunista, desistimiento, mentira, corporativismo de los peores y resentimiento como hoy se manifiestan en la vida política española. El problema de Aguirre estaba sobre todo en la decepción, la que ha producido el gobierno de Rajoy en tantísimos españoles que lo votaron". Vamos, que Rajoy ha conseguido lo que "ni siquiera logró ese odio racional que generaba en sus rivales". Eso sí, "se marcha incólume y victoriosa", dice Ignacio Camacho.
La Gaceta se aferra a una esperanza con minúscula, dice que "deja la presidencia de Madrid pero no abandona la política" y advierte al PP que ha perdido "el eslabón que más le vinculaba con el grueso de su electorado". Pero es Carlos Dávila quién explica lo que le pasa a Esperanza con meridiana claridad. "Está hasta el propio moño".