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Gobierno y PP hacen de 'poli bueno' y 'poli malo' con Artur Mas

La vicepresidenta advierte de que las proclamas independentistas van en contra del bolsillo de los catalanes. Más duro fue el ataque de Cospedal

La vicepresidenta advierte de que las proclamas independentistas van en contra del bolsillo de los catalanes. Más duro fue el ataque de Cospedal. 

El reparto de papeles no es casualidad. Más al contrario, está perfectamente estudiado porque, admiten, el asunto es delicado y preocupa, y mucho. Ante la instantánea de una Cataluña tomada por miles de ciudadanos pidiendo la independencia y de un Artur Mas echado al monte, el Gobierno asegura que todo está en la Constitución y que las líneas rojas están delimitadas. Cree, además, que la bomba secesionista le ha estallado a la Generalidad, pero que independientemente se tendrá que enfrentar a retos muy importantes esta legislatura. Pero lo dice en privado.

En público, el Gobierno se templa y deja más libertad al PP, que ha censurado de forma muy contundente el órdago del presidente catalán. De "barbaridad" y "disparate" lo tachó María Dolores de Cospedal, número dos de la formación y una de las personas más próximas a Mariano Rajoy. Lisamente, criticó que se grite independencia en la calle y en paralelo se ponga la mano para recibir dinero de todos los españoles para sufragar las manidas cuentas autonómicas. "Querer tapar las situaciones reales de una comunidad con una huida hacia delante que nos pone en situación políticamente difícil a toda España es una gran irresponsabilidad y una falta de talla política de primer orden", aseguró, en declaraciones a Onda Cero.

El PP, lo hizo a micrófono abierto Alfonso Alonso, ya ha cambiado el Mas por el Ibarretxe y pide al gobernante regional "que tome buena nota de lo que le pasó" porque todo llega al Congreso de los Diputados, donde el Gobierno tiene mayoría absoluta. Por todo ello, remachó Cospedal, ya sólo le queda "ir a unas elecciones", que prevén que se anunciarán en breve.

Soraya: afecta al bolsillo de los catalanes

La vehemencia de la número dos de los populares fue rebajada por Soraya Sáenz de Santamaría, al término del Consejo de Ministros. Pero sí dejó un mensaje muy claro: las proclamas independentistas van en contra de los bolsillos de los catalanes, amén de que las instituciones internacionales observan con atención no sólo los planes económicos sino también el devenir político.

Ahora bien, la vicepresidenta volvió a evitar la confrontación: "Apelamos a la moderación y a la responsabilidad" porque "son momentos muy difíciles", arguyó, poniendo por igual a catalanes y españoles. El Gobierno, dicen, es de todos. "La estabilidad y la confianza es un grado y algunas de estas manifestaciones -en referencia a Mas- no contribuyen a ello", añadió.

La Constitución y las leyes son la base del Ejecutivo, reiteró. Y para evitar el choque, la receta gubernamental sigue siendo centrarse en la economía, lo único importante a sus ojos. "Saldremos todos juntos superando diferencias. Todos juntos", exclamó Sáenz de Santamaría, que tenía a su lado al ministro Alberto Ruiz Gallardón, que en la víspera dijo que España "admira" a Cataluña.

Sin titular sobre el pacto fiscal

No hubo titular sobre el denominado pacto fiscal, pese a que Mas llega el jueves a Moncloa con esa reclamación como único punto del día. Oficiosamente se dice que habrá portazo rotundo del presidente, pero públicamente se opta por el silencio. Pero hablando de dinero, la portavoz del Ejecutivo dijo: "Los inversores y mercados están muy atentos a la situación política. Gobernar es estar donde está la prioridad y afrontarla", dijo, en otro tirón de orejas sin estridencias.

El Gobierno no escuchó a Mas en Madrid, y su vicepresidenta lo justificó; "No es un acto institucional, sino de comunicación". Pero la poli mala, Cospedal, fue más clara en el estudiado reparto de papeles: "Ya se había oído todo lo que se tenía que oír".

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