El Partido Popular siempre ha llevado por bandera el respaldo incondicional de sus bases. Por ejemplo, en la legislatura de 2004 a 2008 cuando Mariano Rajoy ejerció una oposición muy dura contra el Gobierno del PSOE y los militantes le siguieron convencidos. Pero ese apoyo, según varias encuestas, empieza a resquebrajarse tanto por las políticas económicas -la subida de impuestos supone una enmienda a la totalidad al ideario popular- como, principalmente, por los últimos movimientos -básicamente, el tercer grado al etarra Bolinaga- del Ministerio del Interior.
Esperanza Aguirre fue la primera en advertir de que ver al secuestrador de Ortega Lara fuera de prisión supondría un golpe muy duro para los militantes. En privado, el temor es más que patente, y de ahí que la dirección nacional intentara sin éxito una y otra vez la semana pasada que el caso Bolinaga dejara de formar parte del rifirrafe político. La bolsa de fieles cada día menguaba más, según los sondeos. El "no volveré a votar más al PP" no era exclusivo de las víctimas, muy descontentas, sino también de los que siempre han cogido la papeleta azul.
Una alarma que, en todo caso, quedó de puertas para adentro. Tras un Comité de Dirección muy tranquilo y centrado en los asuntos económicos y en la deriva radical del PSOE -Jaime Mayor Oreja rehusó hacer comentarios sobre ETA pese a participar en la reunión-, la número dos del PP mostró su confianza en que el "presunto" malestar quede contrarrestado gracias "a un Gobierno responsable" que toma decisiones duras pero necesarias "aunque no sean las más populares y simpáticas".
Pons organiza la 'escuela de verano'
El PP tiene previsto hacer mucha pedagogía en el presente curso político para reconciliarse con los suyos. Así, abrirá su Escuela de Verano a partir del miércoles con muchas mesas de trabajo en la que se abordarán los asuntos más espinosos -de ello se encarga a conciencia Esteban González Pons- y organizará el día veinte un foro con los presidentes locales en el que participarán los ministros económicos. La dirección nacional cree que, si se explican, la calle seguirá tranquila porque, consideran, se tienen que tomar medidas excepcionales, independientemente de la agresividad de sindicatos y PSOE.
María Dolores de Cospedal hizo una loa a los suyos y destacó su fidelidad: "El PP ganó las elecciones gracias al trabajo de los militantes. Los militantes saben que tenemos un Gobierno tomando medidas, que son antipáticas, algunas de las cuales se debieron tomar hace mucho tiempo". Y aún más añadió: "Lo que tiene muy claro la militancia es que el Gobierno toma decisiones responsables aunque no sean simpáticas" frente a un anterior gabinete, en el poder hace menos de nueve meses, "que no hacía nada" para dar solución a la crisis.
Yendo al asunto que más discrepancias internas ha provocado, la excarcelación de Bolinaga, lo único que hizo Cospedal fue repetir el estribillo de que el PP "es un partido que cumple las leyes". Desde hace semanas, oficialmente, no se añade una coma más en este sentido, y el hecho de que maitines haya sido tranquilo ayuda a apagar el incendio.
Toque de atención a Monago
El otro foco de tensión tenía origen en Extremadura. Desde hace meses los barones del PP han empezado a tomar decisiones por libre, algo inimaginable el año pasado. Cospedal no quiso hacer sangre, consciente de que la situación de José Antonio Monago es complicada al tener mayoría simple y tener que contar con Izquierda Unida, pero sí que marcó una línea roja para todos: "El IVA es un impuesto que no se puede matizar ni cambiar por ningún gobierno regional". Lo que sí se puede hacer, argumentó, es subvencionar la cultura. Allá cada cual, pero el dinero tiene que llegar a Madrid y el objetivo de déficit público es irrenunciable, reiteró con insistencia. "No estamos hablando de ningún tipo de rebelión". Según Cospedal, "el PP siempre ha hecho gala de hacer el mismo discurso y tiene el mismo discurso".