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Redondo Terreros denuncia la cobardía de los partidos nacionales por consentírselo todo al PNV

El ex secretario general del PSE fue borrado de la escena política tras una operación orquestada desde el grupo PRISA cuando su partido estaba a punto de convertirse, junto al PP, en la alternativa al nacionalismo. Ahora Redondo explica desde un artículo en el diario ABC las razones del plan secesionista de Ibarretxe. El origen está en la Transición, porque se dio al PNV un papel protagonista que nunca debió tener.

L D (N.G. Mostazo) Nicolás Redondo Terreros, que dice que ha pasado varios meses de silencio “autoimpuesto”, afirma que debía ese mutismo a los ciudadanos, pero sobre todo a su partido, el PSE, del que seguirá siendo militante en el futuro, “en algunas ocasiones con resignación y en otras, espero que en muchas más, con ilusión”, asegura. Decapitado por Felipe González, en una maniobra orquestada junto al Grupo Prisa, Nicolás Redondo reaparece en el diario ABC tras reflexionar varios meses en privado hasta llegar a las conclusiones que ahora aporta públicamente.

Con rigor y claridad, Nicolás Redondo explica cuáles son las claves que han provocado el actual desafío soberanista del lehendakari Ibarretxe. En primer lugar apunta que “ni me ha sorprendido, ni me ha engañado” porque al PNV “no se le puede acusar de haber sido ambiguo en estos últimos años”. Por supuesto, lo explica: “La propuesta (de Ibarretxe) es la culminación del proceso iniciado con la firma del Pacto de Estella. No olvidemos que, además, hicieron cartel electoral de la superación del Estatuto”. A su juicio, “la sorpresa sólo esconde cinismo y también oculta una voluntad política de mirar hacia otro lado, de perdonar al PNV, de creer que no llegará la sangre al río y, en algún caso, de trasladar la responsabilidad política del PNV a ETA o al Gobierno de Madrid, según convenga”.

La clave, una Transición inacabada

Redondo Terreros no es el único que ha dicho públicamente que la última decisión del PNV, su huida hacia delante, se produce como consecuencia de una Transición inacabada, donde la cobardía de los partidos nacionales permitió a los nacionalistas asumir un papel que no era el suyo en la política nacional. Federico Jiménez Losantos , editor de Libertad Digital lo ha dicho decenas de veces en estas mismas páginas, pero al leerlo de puño y letra del ex secretario general del Partido Socialista de Euskadi, el argumento cobra vida de nuevo como demostración del hecho: “¿Por qué esa actitud de permanente y excesiva comprensión hacia el PNV?”, se pregunta retóricamente Redondo en ABC . “Creo que esa inclinación –contesta a continuación– nace hace 25 años, al principio de ese período tan elogiado por todos, denominado la transición española ”.

Según afirma Nicolás Redondo, “en ese tiempo, se realizó un pacto no escrito entre los partidos nacionales y el PNV. El partido de Sabino Arana se encargaba de pacificar las relaciones de la Comunidad Autónoma Vasca con el resto de España y de enfrentarse al terrorismo de ETA. A cambio, el PNV se convertía en un partido con estatus de partido privilegiado en un doble sentido: el resto de formaciones políticas le otorgaba un papel en la política española determinante y nosotros aceptábamos su derecho a veto”. Así pues, según afirma Redondo Terreros, “no se podían realizar políticas trascendentes (culturales y educativas, económicas o contra ETA) sin el acuerdo explícito del PNV”. A continuación, el político vasco retirado por la fuerza, subraya que, como consecuencia, “la sociedad española, presa de un pecado nunca cometido, cerró los ojos, se tapó los oídos y enmudeció cada vez que el nacionalismo vasco hacía una de las suyas”.

El PNV, consentido hasta la saciedad

Redondo Terreros lo explica al afirmar que, “en momentos bien difíciles, rechazaron (el PNV) la Constitución y no pasó nada ante tan clara muestra de insolidaridad e irresponsabilidad”. Pero no sólo eso, sino que los nacionalistas “aprobaron su peculiar derecho de autodeterminación en el Parlamento Vasco y los socialistas seguimos en el Gobierno en aras de una ficticia gobernabilidad ”, ante lo que afirma entre admiraciones: “¡Cuándo iniciaremos una etapa de autocrítica sobre nuestro inmediato pasado!”, en clara referencia al PSOE, que aún hoy sigue dudando y no es capaz de elaborar un proyecto de España a causa de algunos de sus miembros, como Odón Elorza, Pasqual Maragall e incluso su portavoz parlamentario, Jesús Caldera.

El ex secretario general del PSE continúa su artículo detallando otras barbaridades del nacionalismo: “Firmaron el Pacto de Estella, que no era más que un acuerdo para marginar a los no nacionalistas y elaborar con Batasuna una estrategia de superación del Estatuto de autonomía. Así, lograron de ETA una tregua aceptando en nombre de todos los vascos el programa máximo de la banda terrorista. Entonces vimos cómo algunos –me preocupa que fueran tantos en el resto de España–, presos de un síndrome de Estocolmo muy peculiar, vacilaron ante la evidente ventaja que suponía no ser objetivo de ETA”. (Se refiere a muchos miembros del PSOE y, sobre todo, al Grupo PRISA, con el diario El País y la Cadena SER insistiendo en esa ventaja inexistente y en la necesidad de negociar y, cuando se hubieron roto las conversaciones con ETA, maldiciendo a Aznar por desbaratar una posibilidad de salida pacífica a lo que muchos llaman el conflicto político de Euskadi ).

González, Elorza, Maragall: los tontos útiles

En las obras de teatro, sobre todo en las cómicas, es habitual que aparezca un personaje al filo de la caída definitiva del telón para provocar un final precipitado de la obra. Se trata del tonto útil , personaje que Nicolás Redondo Terreros atribuye, sin mencionarlo en tales términos ni personalizarlo, a Felipe González, Odón Elorza, Pasqual Maragall y tantos otros miembros del PSOE que, por el motivo que sea, han participado en el teatrillo del PNV, en absoluto cómico, facilitando la salida soberanista planteada ahora por Ibarretxe. Así, en su artículo afirma que “el colmo, lo inimaginable, se dio alrededor del 13 de mayo de 2001, con ocasión de las elecciones autonómicas en el País Vasco. Durante la campaña electoral –afirma–, cuando muchos pensaron que el PNV podía no sólo perder las elecciones (...), sino que podía perder todo el poder institucional y económico en el País Vasco, los guardianes del imperecedero espíritu de la transición propusieron un gobierno de concentración ”. Se refiere, entre otros, a Felipe González, que en un mitin de la campaña del PSE, ante las mismas narices de Redondo, se permitió hablar de “mis amigos del PNV” y prácticamente dictó la sentencia a muerte política del secretario general del PSE, que luego ejecutó desde las páginas de El País y las ondas de la SER .

Redondo califica aquella propuesta del gobierno de concentración como “inoportuna y, desde luego, perjudicial para el partido político al que pertenecían esas voces. Les recuerdo que ese partido era precisamente el mío ”, afirma, para continuar diciendo que “el 13 de Mayo llegó y no sucedió en el País Vasco lo que muchos anhelábamos y otros temían, porque el nacionalismo ganó las elecciones pudiendo formar gobierno. Fue entonces cuando lo que era maravilloso e imprescindible se olvidó. En definitiva, lo querido, lo deseado, lo que escondía aquella propuesta era mantener al PNV en el poder , en el gobierno de la Comunidad Autónoma Vasca y a los demás, a las fuerzas políticas de ámbito nacional, que las partiera un rayo”. Con estos precedentes, continúa Redondo Terreros, el PNV pensó “que nunca iba a pagar los errores políticos cometidos, que nunca iba a pagar ningún peaje, que todo le saldría gratis ante una apática y meliflua España”. A ello, se añade que el PNV es un partido donde no abunda la discrepancia, o los “michelines”, como dice Arzalluz, porque los críticos “pueden elegir entre la presidencia de Euskaltel o la expulsión”, como dice Redondo Terreros. Y un peneuvista expulsado tiene miedo, porque pasa de vivir en el “paraíso” a “tener que ser protegido por escoltas”.

Hay un modo de paralizar a Ibarretxe

Pese a todo lo dicho, Nicolás Redondo Terreros concluye su artículo apuntando al menos una posible salida a la encerrona planteada por el PNV. Afirma que la propuesta de Ibarretxe ha hecho que “abramos los ojos”. A su juicio, “ya no caben las disculpas, ni las reprobaciones a no sé qué seguidismos, no hay tiempo para las dudas –afirma– ni espacio para la comprensión y la equidistancia ”. Por eso ya sólo es la hora de la “respuesta firme”, que parte del Pacto por las Libertades y contra el terrorismo, acordado por PP y PSOE. Amarrando firmemente este pacto y sin demostrar fisuras en el mismo en ningún momento, Nicolás Redondo Terreros cree que se puede impedir el último envite del nacionalismo. Además, opina que “los poderes públicos deben promover, garantizar e impulsar los derechos y libertades fundamentales de los ciudadanos”. A partir de ahí podrá terminarse “el período en el que debíamos implorar el beneplácito nacionalista. ¡Se acabó! –afirma rotundo– Hemos tomado la iniciativa porque el PNV nunca la iba a tomar”.

Redondo Terreros concluye su artículo anunciando que se trata del primero de una serie. En el siguiente, dice que detallará “cómo debemos enfrentarnos al desafío de Ibarretxe”, tras avanzarlo en éste.

Más información:
- Lea el artículo íntegro en ABC

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