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Querer lo que se puede

Los editoriales de prensa de este lunes dan prioridad al último comunicado de ETA, a las comparecencias de hoy de Rato y Montoro por el caso Gescartera y a la crisis de las relaciones con Marruecos. Las portadas, no obstante, también destacan la matanza de católicos en Pakistán.

ABC señala que el escrito remitido a los diarios Gara y Egunkaría “recoge las valoraciones de una organización terrorista que empieza a sentirse vencida por la Historia, el absurdo de sus crímenes y la imposibilidad de sus objetivos”. Para este diario es evidente que los efectos del Once de Septiembre han tocado a ETA, cuyos dirigentes “muestran especial empeño en salvarse de la firme voluntad antiterrorista internacional, con el recurso dialéctico –tomado en préstamo de un prelado emérito- de que nada tiene que ver su violencia con el terrorismo integrista islámico”. ABC también destaca que no hay legislación ni organismo internacional que pueda amparar el objetivo de la autodeterminación en el seno de un Estado que, además de la Historia, lo avala el hecho de ser un régimen democrático y de derecho. Así mismo se destaca la soledad en que se encuentra la banda, tras el desarme del IRA anunciado la semana pasada.

Finalmente ABC hace una crítica a los nacionalistas señalando que para la táctica del PNV, la violencia de ETA es un catalizador de la autodeterminación, en la medida en que si esta se presenta como la llave de la paz, cobra un valor vital para cada ciudadano. “Sin violencia o, por el contrario, con una violencia impermeable a las maniobras del PNV, éste se queda sin activos para defender su programa soberanista. Es así como ETA hace indudable la afirmación de que el único conflicto vasco es ella misma”.

Bueno es que el Gobierno no se limite a manifestar la imposibilidad de los objetivos de los nacionalistas, sino que también pase a desacreditarlos, por lo que ABC hace bien elogiando las palabras de Aznar del domingo en las que señalaba que el terrorismo etarra es el último reducto de la violencia en Europa, “el más cruel, el más fanático y el más estúpido”. También hubiera sido destacable el reproche que les dirigió por no querer la “derrota” de ETA. La consecuencia de todo ello debía ser el descartar cualquier “proceso de paz” que tanto aliento y esperanza da a los nacionalistas, sean o no terroristas. Más si como el propio ABC ve que, “entre amonestaciones, autoexculpaciones y amenazas, ETA deja fluir en su comunicado una cierta nostalgia por la tregua de 1998”. La verdad es que leyendo lo que los políticos – y mucha prensa incluida la no nacionalista-decían entonces, se comprende la añoranza.

El Mundo también destaca en su editorial la ironia que Aznar dirigió a los que “reclaman una solución a la irlandesa”. "Se supone -dice El Mundo- “que no pretenderán que el Gobierno haga lo que hizo Blair durante el proceso de paz: suspender las instituciones debido a la violencia”.

El País no entra a analizar esta cuestión. Ahora que se empieza a asumir que la batalla contra el terrorismo no sólo deber ser una tarea policial y judicial contra los que matan sino también una confrontación intelectual e ideológica contra los objetivos por los que lo hacen, parece que El País no quiere hacer peligrar sus intereses con los nacionalistas. Si la actualidad los deja en mal lugar, simplemente opta por no hacer comentario editorial alguno. A eso ha quedado reducido el “discurso del método” cebrianita.

El Mundo, en su editorial dedicado a Gescartera, no hace comentario alguno al formato de las comparecencias de Rato y Montoro que evitarán a los ministros la intensidad de los interrogatorios que han soportado el resto de comparecientes. Para El Mundo la intervención estrella será la del vicepresidente, “tanto por la relevancia de su cargo como porque seguramente sigue siendo a día de hoy el candidato más cualificado para la sucesión de Aznar”. Para El Mundo no cabe duda de que el PSOE someterá a Rato a un “acoso por sus responsabilidades en los nombramientos en los altos cargos que han dimitido y, sobretodo, a un interrogatorio sobre el crédito que el HSBC –principal entidad que operaba con Gescartera- concedió a una empresa de su familia”. No le falta razón a El Mundo cuando señala que “de lo que se conoce hasta la fecha no cabe deducir comportamiento irregular alguno” de Rato. Pero sólo la tiene en lo que se refiere a la empresa de su familia, no en su responsabilidad política en los nombramientos de Giménez-Reyna y, sobre todo, de Pilar Valiente. Y, desde luego -tanto por una cuestión como por la otra- era exigible que Rato no se parapetara en el cargo y eludiera la intensidad de un interrogatorio como el de los demás. Si es sincera la voluntad de claridad, Rato y Montoro han desperdiciado una espléndida oportunidad. El País, en un buen editorial sobre este asunto, quizá exagere al equiparar las actitudes del Gobierno del PP con las del Gobierno de González. Pero, desde luego, lo hace por muy poco.

En cuanto a la crisis en las relaciones con Marruecos, la tibieza de las críticas del Gobierno español al Gobierno marroquí no sólo no han hecho rectificar a este, sino que lo han envalentonado. Ahora Rabat se permite dar la bofetada a Madrid retirando indefinidamente a su embajador, un gesto que es criticado por ABC y El Mundo únicamente en términos diplomáticos. Nada dicen de si el Gobierno debería responder haciendo lo propio de inmediato. Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo.

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