No extraña demasiado que Luciérnagas en el jardín haya luchado sin éxito por estrenarse en salas norteamericanas, y haya acabado circulando directamente por el mercado doméstico al otro lado del charco. Se trata de un drama con una factura correcta y un reparto de lo más llamativo, que sin embargo nunca acaba de cuajar, de rematar sus buenas intenciones debido a una puesta en escena sin garra y una concepción del melodrama que se tiene por sobria y se queda en sosa y televisiva.
Lee no acaba de profundizar en los aspectos que podríamos calificar de más incorrectos (el protagonista mantuvo un romance juvenil con su joven tía, la desgraciada muerte de uno de los protagonistas) conformándose con el perfil de un drama demasiado comodón que prefiere tirar de nostalgia y tonos pastel para añadir algo de color al destensado argumento. Lee arruina el solito el potencial del culebrón y sólo araña la superficie de la explosión de pasiones y adicciones familiares que quiere ser, sin ni siquiera conceder(nos) una adecuada catarsis a sus desgraciados personajes.
Lo que ocurre es que el intríngulis está planteado en modo autobiográfico, lo que hace aún más imperdonable la falta de valentía del asunto. Dennis Lee se presenta sólo como un correcto guionista que carece de toda habilidad como director. Luciérnagas en el jardín no quiere, se esfuerza en no apelar a la lágrima fácil, pero por el camino pierde todo sentido del suspense y de la emoción, y sólo amaga algo de sentimiento cuando toca tirar de nostalgia y flashbacks.
De esa manera, con la ética y la cámara en piloto automático, sólo queda degustar -o no- de las actuaciones de un casting correcto, en el que un protagónico Ryan Reynolds se aleja de su habitual máscara de héroe de acción para sacar sólo un aprobado justito, Willem Dafoe trata de impregnar de personalidad a su insoportable figura paterna, y Julia Roberts se pasea por la cinta sin estar demasiado convencida de nada. Quizá por culpa del debutante director, que confunde equilibrio con quedarse corto en todo y no comunicar nada.