Fish Tank: Como Ken Loach, pero mejor
Si usted es fan del realismo británico de Ken Loach está de enhorabuena. Andrea Arnold firma Fish Tank, la historia de una adolescente conflictiva que sufre un verdadero colapso cuando se entera de que su madre está saliendo con un hombre que puede reconstruir su hogar... o reducirlo a cenizas.
Fish Tank comienza de forma esperada viniendo a rebufo del realismo social británico de Loach. Una estética desnuda de artificios y sin interés, actores no profesionales y, para qué nos vamos a engañar, gente muy enfadada con el mundo degradado que les rodea. No vamos a meternos si esto es de justicia o no, pero el caso es que Andrea Arnold ha conseguido una película muy defendible que, sin llegar a carecer de los defectos típicos de la ideología que la sustenta (y de una duración excesiva), puede interesar debido a la presencia de elementos turbadores y oscuros más allá de la mera reflexión social, y por contar con un retrato de personaje repleto de ambivalencias.
Lo que extraña es que el film, concentrándose voluntariamente en la descripción de un fragmento de vida, resulte tan efectivo generando suspense. Me refiero a momentos como ese rapto que acontece en el tramo final del film (y que asusta por sus posibles consecuencias) y la tensión y frustración que acarrean algunos actos de la protagonista, por no mencionar la interacción de ésta con su disfuncional familia. Arnold también acierta a dotar de atmósfera muchas de las escenas, sin que ello repercuta en el realismo. El baile de Mia ante Connor (y lo que ello acarrea) están bañadas en una luz fascinante que riase usted de Tony Scott, por no mencionar el ambiente malsano y sucio de los escenarios. También hay momentos de innegable angustia durante la odisea cotidiana de la joven, e imágenes naturalistas y perturbadoras que se sostienen por sí mismas, como aquellas relacionadas con la moribunda yegua o el pez. Con esto quiero decir que Fish Tank sabe cómo añadir elementos cinematográficos y poéticos que implican al espectador sin que se llegue a manchar el talante desnudo de artificios del film.
Donde a Arnold se le va la mano de forma difícil de excusar es en la duración. Fish Tank dura más de dos horas, un excesivo minutaje que la directora podría haber limado bastante, y que en ocasiones pone a prueba al personal de forma innecesaria. Eso no quita que Arnold haya hecho, en definitiva, una buena película: la directora sabe como combinar la ideología del cine realista británico y su verosimilitud con elementos que van más allá de ella. Esto se representa muy bien en la elección de los actores, que combina no profesionales como a la protagonista Katie Javis (que está fenomenal) con el no menos espléndido, y profesional, Michael Fassbender (300, Malditos bastardos), que compone un personaje con multitud de facetas que van desde lo tierno hasta lo puramente diabólico. En la confusa, repugnante y verosimil relación entre ambos reside el gran atractivo del film. Todo ello contribuye a añadir interés al consabido mensaje del cine realista británico, lo que convierte el film en un válido (pero igualmente árido) paso adelante.
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