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Estreno: 29 de enero

En tierra hostil: La guerra es una droga

En tierra Hostil lleva un año recolectando todos los premios posibles.

En tierra Hostil lleva un año recolectando todos los premios posibles.

Kathryn Bigelow ha dedicado su notable carrera a trabajar dentro de los parámetros del thriller, ya sea dentro de la pura acción (en las espléndidas y siempre infravaloradas Le llaman Bodhi y Acero azul), o la ciencia ficción (Días extraños). En tierra hostil transcurre en plena guerra de Irak y sigue día a día la labor de una brigada de desactivación de explosivos, tanto en los momentos en los que ponen a prueba sus vidas, como en aquellos en los que se plantean en soledad si merece la pena continuar. Entre ellos destaca el sargento James (espléndido Jeremy Renner), un hombre cuya conducta temeraria e imprudente llevará a la unidad a meterse en los mayores dificultades.

Y menudos problemas son. La película comienza fuerte y Bigelow sienta cátedra dejando claro que nadie va a estar a salvo de ser liquidado durante el transcurso del metraje. La directora de Le llaman Bodhi (y ex mujer de James Cameron, por cierto) pasa olímpicamente de posicionamientos ideológicos o políticos, de envolver el vacío con discursos psicológicos, y lanza a la audiencia un explosivo de celuloide imposible de parar. Y al igual que en Black Hawk derribado, otra que tal, dedica su atención a describir –no opinar- sobre la labor de sus protagonistas, sumergiendo al espectador en la experiencia de la guerra.

Pero Bigelow se logra distanciar incluso de la cinta de Ridley Scott para proporcionar una experiencia alumbrada con agallas y muchos arrestos. Retrata todo el dramatismo de la guerra de Irak sin afectaciones ni ñoñerías de postín, y fabrica un chute de adrenalina que no aplasta la neurona. Para ello se sirve de un Jeremy Renner que está simplemente perfecto, y un puñado de situaciones límite montadas con precisión y autenticidad.

Poco importa que al guión de Mark Boal no llegue al nivel de la labor de su directora o su equipo actoral, y quede algo perjudicada por unos secundarios sin peso específico y alguna que otra obviedad. En tierra hostil hace de ello una virtud y es pura metralla cinematográfica. En un año en el que no hay claros favoritos al Oscar, sin lugar a dudas Kathryn Bigelow merecería la estatuilla a la mejor dirección.

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