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El mal ajeno: El fracaso de Amenábar

El mal ajeno viene amparada por la producción de Alejandro Amenábar (lo que garantiza una producción solvente) y el guión de una de las últimas revelaciones del cine español, Daniel Sánchez Arévalo. Viendo el resultado, uno no sabe si sus  querían un drama, un thriller, o una tv movie al uso.

Diego es un médico absolutamente inmune al dolor de sus pacientes. No obstante, durante un inquietante encuentro, consigue librar la muerte y revivir en el quirófano, sólo para descubrir que es el receptor de un extraño don: curar a los demás. Pero las consecuencias no se van a hacer esperar…

Y es que el film de Oskar Santos se consume tras su prometedor planteamiento, quedándose con los defectos del director de Agora pero con ninguna de sus virtudes (que las tiene). Tras enunciarnos el comienzo de un thriller dramático íntimo e inquietante con toques fantásticos, se pierde en una segunda mitad sin foco, confusa, errática a más no poder, que no desarrolla ni finiquita ninguna de las líneas argumentales (demasiadas), y tampoco hace lo propio con una serie de secundarios que se pierden en la trama.

De poco sirve que el film esté rodado con el rigor esperable. El mal ajeno tampoco sabe conjugar su vertiente fantástica con el drama, y además se vale de la fotocopia pura y dura para definir lo primero. No se sabe muy bien si sus responsables están apelando al recuerdo de una de las buenas de Shyamalan, “El protegido”, o si tiran directamente de fotocopia en un par de momentos de juzgado de guardia. Daniel Sánchez Arévalo no se maneja con el componente mágico y como trama mesiánica el film es inoperante. Pero tampoco se muestra especialmente acertado al definir la trama familiar o el drama médico, y cae en el despropósito cada vez que trata de aportar un hálito de comedia.

De poco sirve que Eduardo Noriega lidere bien el reparto, utilizando su habitual seriedad para rematar un personaje convincente. Nos intentan colar al protagonista de Tesis como un veterano padre de familia, que para más inri tampoco tiene un desarrollo digno en el guión. El film maltrata al personaje de Belén Rueda, que se pierde literalmente en una intriga previsible y sosa que daba para mucho más y se queda en uno de los films peor contados de la cartelera.

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