Pues me parece cojonudo. Esa tipa vive del cuento y de vender la vida de su hija.
Lo de querer prohibir a una madre hablar de su hija es llamativo.
Sin embargo, cierto es que la mujer podría hablar de cosas más importantes, como la conveniencia de suprimir figuras absurdas como el Defensor del Menor, y ya puestos cargarnos otros muchos organismos sin contenido y con cientos de personas pisando moqueta.
Se ocupó el defensor de la menor cuando su padre la abandonó?
Belen luchó para conseguir que su padre pasase una pensión a su hija y tuvo que ir donde la oían para poder conseguirlo.
Belén Esteban es una madre coraje que defiende a su hija como puede del poderoso torero y su enfermera que desde hace tiempo quiere quitarle la custatodia de su hija, no porque la quiera, sino porque lo que pretende es hacerla daño porque el pueblo la prefiere ante la campa.
ARRIBA LA ESTEBAN
Ya era hora que el Defensor del Menor actuase contra esta mujer, es insoportable ver como día tras día inyecta veneno a su hija, hablando en publico mal de su padre, su nueva mujer y la familia de este.
El daño lesivo que se le esta causando a esta menor, no permitiéndole tener una relación normal con su padre y sus hermanas ya es irrecuperable ¿Quién tiene la culpa? Sin lugar a dudas Belén Esteban, que sin escrúpulos y la más mínima decencia, despotrica como una loca contra Jesús Janeiro, padre de la criatura. Los medios que la aplauden, que la contratan y la utilizan ¿Cómo es posible que Ana Rosa Quintana diga que es la mejor madre del mundo? Debe ser que le da audiencia y con ello un dineral, del que se lucran ellos y la propia Belén.
Esta mujer es una bomba a punto de explotar, una mona de feria, a la que aplauden, mientras dure el espectáculo. Acabara como Carmina Ordóñez, hecha un guiñapo
Debe estar ocioso este tipo para ocuparse de los chismorreos de una madre sobre su hija, y mientras hay menores que se dedican a hundir las fiestas a los demás. Que asco dan los políticos que sólo se dedican a chinchar a los ciudadanos que piensan distinto y no a los delincuentes.
Ése no sabe con quién se ha metido...
¡Pobre!