Con ocho galardones, "Celda 211" cumplió con todos los pronósticos, recibiendo sus productores el premio a mejor película de manos de Pedro Almodóvar, quien con este gesto inesperado se reconcilió con la Academia "por tener un presidente -Álex de la Iglesia- muy pesado, que ha insistido hasta hace dos días en ello", según dijo.
El drama de ambiente carcelario de Monzón, mejor director del año, favorece la composición de personajes y vehicula el lucimiento de sus actores, como así ha sabido valorar la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que convirtió en ganadores a tres de sus cinco intérpretes candidatos -Luis Tosar, Alberto Ammánn y Marta Etura-.
Además del milagro de Almodóvar, la XXIV edición de los Goya también consiguió lo que hasta ahora no había logrado ni la áurea seducción de un Óscar: ver a Javier Bardem y Penélope Cruz acudir juntos, como pareja, a un evento estrictamente cinematográfico.
Ella deslumbró de nuevo en la alfombra verde con un vestido blanco "vintage" diseñado en su día por el fallecido Gianni Versace y luciendo joyas de Chopard.
Una vez comenzada la ceremonia, ambos aparecieron unidos en las butacas del Palacio Municipal de Congresos de Madrid y la actriz madrileña subió al escenario al inicio de la noche para dar el Goya a mejor actor secundario a Raúl Arévalo, quien se impuso, contra todo pronóstico, a Ricardo Darín, Carlos Bardem y Antonio Resines por su papel en "Gordos", de Daniel Sánchez Arévalo.
Bardem hizo lo propio con el galardón al mejor actor protagonista, que recayó en Luis Tosar -"Celda 211"-, quien aseguró que "su mayor alegría de la noche" se la había llevado con el premio a su pareja y compañera de reparto, Marta Etura que, verviosa Etura apuntó, Goya a mejor actriz secundaria en mano, que el éxito de "Celda 211" se debe a que todos sus participantes han dado "lo mejor de sí mismos, gracias a un excepcional capitán como Daniel Monzón".
Lola Dueñas, merecedora del premio a mejor actriz protagonista, siempre se autodenominó la más castiza de las candidatas y finalmente venció al trío de intérpretes internacionales, Rachel Weisz, Maribel Verdú y Penélope Cruz.
El músico Alberto Iglesias salvó la honra de "Los abrazos rotos", de Pedro Almodóvar logrando su único galardón de la noche, mientras que "Ágora" de Alejandro Amenábar no defraudó al arrasar en el apartado técnico y lograr en total siete victorias, entre ellas efectos especiales, fotografía, y dirección artística, además de mejor guión original, firmado a medias entre el director y su fiel Mateo Gil.
Otra de las favoritas, la argentina "El secreto de sus ojos" de Juan José Campanella, logró el Goya a la mejor película hispanoamericana y el de actriz revelación -para una ausente Soledad Villamil-, a pesar de contar con 13 candidaturas.
En ausencia de Antonio Mercero, aquejado de alzheimer, sus hijos agradecieron el reconocimiento de la Academia por el Goya de Honor al cineasta y aseguraron que lo celebrará bebiendo champán y visionando su película favorita, "Cantando bajo la lluvia", antes de dar paso a un vídeo en el que el presidente de la Academia, Álex de la Iglesia, entregaba el premio al homenajeado.
Palabras alentadoras y ejemplarizantes dirigió en su discurso De la Iglesia, quien repitió insistentemente la palabra humildad en su discurso como cabeza de la institución: "Nos miramos al ombligo, nos encanta nuestro ombligo -aseguró, acerca de la gente del cine-. Pero antes de todo somos trabajadores. Este año ha sido uno de los mejores, pero el siguiente tiene que ser todavía mejor. Los primeros que tenemos que arrimar el hombro somos nosotros. Yo ruedo mañana, así que no me quedo a los canapés",