Desde su debut con 4 años en la película "Alma de Dios", Carlos Larrañaga fue el galán completo, no sólo por su potente atractivo y fotogenia sino porque desplegó su talento en todos los medios, en los que hizo de malo y de bueno, de duque y de siervo, de hijo y de abuelo, pero siempre, siempre, seductor.
Hijo de actores -Pedro Larrañaga y María Fernanda Ladrón de Guevara-, hermano -Amparo Rivelles-, padre -Luis y Amparo-, suegro -Maribel Verdú-, pareja -María Luisa Merlo, Ana Diosdado, Ana Escribano-, Larrañaga fue en sus 75 años de vida un conquistador vocacional, adorado por el público desde que puso "ojitos" en su primer filme.
Con una lista de "ligues" casi tan larga como la de sus trabajos en teatro, televisión y cine, decía que cuando era joven gustaba a las mujeres y fastidiaba a los hombres pero que con la edad ya "solo" les resultaba "atractivo" a las señoras y simpático a los maridos.
Eso le hacía "gracia" porque, presumía, había sabido envejecer "con inteligencia y sentido del humor" pero detestaba que se conociesen sus "flaquezas". "Yo ya no jodo, molesto", decía riéndose de sí mismo.
Sufrió un accidente cerebro vascular y en enero de este año debió ser intervenido de un tumor en las vías urinarias en el Hospital Internacional Xanit de Benalmádena (Málaga). En marzo recibió el alta y a finales de ese mes fue trasladado para continuar la recuperación de las complicaciones respiratorias que le habían surgido a la clínica Premium de Estepona (Málaga).
Le dieron el alta el 9 de mayo para seguir en su domicilio la rehabilitación, pero el 20 de agosto tuvo que ser ingresado de nuevo en el Xanit por una "descompensación cardiaca" de la que no ha podido recuperarse.
La reaparición teatral de Carlos Larrañaga estaba prevista para el 5 de agosto de este año en San Sebastián junto a su ex mujer, María Luisa Merlo, con la obra "Quizás, quizás", producida por su hijo, Pedro Larrañaga, pero no pudo ser porque su recuperación estaba siendo más lenta de lo previsto.
En una aparición pública el 14 de octubre de 2010, para apadrinar la campaña contra la Degeneración Macular asociada a la Edad, reveló que el último año había estado a punto de morir porque había sufrido un ictus y cinco operaciones pero que la vanidad le había impedido hacerlo público, porque prefería "dar envidia que pena".
Le horrorizaba vivir en y por el pasado, y estaba siempre dispuesto a comenzar una nueva vida. De hecho cometió "la locura maravillosa" de casarse con su última esposa, la actriz Ana Escribano, en 2006, con la que tuvo a su hija Paula.
Su primer hijo, Keko, lo tuvo en un "escarceo" cuando tenía 20 años, y los otros tres, Luis, Amparo y Pedro, con la actriz María Luisa Merlo (con la que estuvo casado entre 1959 y 1977). Luego estuvo viviendo, 20 años, con la "absolutamente maravillosa" actriz, escritora y directora Ana Diosdado y en 2000 se casó con Teresa Ortiz Bau, con la que tuvo un amargo "apartamiento".
De su filmografía, más de 70 películas, guardaba un recuerdo especial de "El extraño viaje", con Fernando Fernán Gómez, y de "Las Verdes Praderas", con Alfredo Landa, por la que obtuvieron el premio a mejores actores del Círculo de los Escritores Cinematográficos, que se volvieron a llevar con "Luz de domingo", y fueron finalistas a un Goya.
Pero si algo le hizo popular, y muy querido, fue la serie "Farmacia de Guardia", aunque la más importante para él fue "Los gozos y las sombras" a pesar de su "odioso" papel porque, como le gustaba recordar, en un momento que no existían aún las televisiones privadas, tuvo una audiencia de unos 14 millones de personas.
Con el teatro tenía una relación desigual en los últimos años porque tras "Sin rencor" (2001), un proyecto, según él mismo decía "fallido" que le había quitado las ganas de subirse de nuevo a las tablas, regresó, en 2005 con "Un hombre de Central Park", una comedia a su medida.
"Necesito estar muy ilusionado para estar en el escenario", decía el actor, cansado de "viajar mucho" y de su "disciplina y servidumbre" y con muchas ganas de "empadronarse en los sitios" para disfrutar de su hija Paula.
Su último papel en el cine lo protagonizó a principios e 2010, cuando rodó "Los muertos no se tocan, nene", con guión de Rafael Azcona, donde daba vida a un médico de provincia, uno de esos papeles que bordaba con una retranca e ironía que le hacían inconfundible.