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El diablo viste de Zara

Decían que vestía de Prada. Pero si Inditex copia la firma italiana, y otras tantas, por asociación, el metafórico "diablo" estaría vistiendo de Zara.

 

Y quién sabe si la crisis que tanto machaca a todos le empuja a comprar lo mismo, pero a menor precio. Ya no quedan personas que se libren. Tras 5 años, el imperio de Amancio Ortega, que ya es el tercer hombre más rico del mundo, pone en venta un 33% más de ropa en sus tiendas.

La crisis económica y social empuja a la señora más elegante del Barrio de Salamanca a recurrir a unos jeans de la empresa gallega combinados con un clásico Louis Vuitton de toda la vida.

De ‘Lomanas’ y ‘Wintours’

Se supone que ese diablo es Anna Wintour, a la que muestran en esa malísima película para adolescentes descerebradas que quieren tener su "sueño de moda" y dormir en una suite del hotel Ritz de París durante la semana internacional de la moda de la capital francesa. Privilegio del que también goza la editora de la Vogue americana, además de su chófer personal y sus 5 millones de dólares anuales que cobra.

La primera portada de Wintour en su estreno de mandato en la Vogue de EEUU, allá por 1988, mostraba a una modelo israelí que portaba unos vaqueros de 50 dólares –un precio muy de Zara, aunque por aquel entonces Amancio no era ni de cerca lo que es hoy- con una playera de Christian Lacroix valorada en 10.000 dólares. Un mix de luxury y low cost, algo que decíamos al comienzo del artículo.

Ese esnobismo que le caracteriza es consecuencia de numerosos rumores como el de negarse a sacar en portada a Hillary Clinton hasta que dejara de usar esos trajes de color azul marino de los que tanto abusaba la ex primera dama; o cuando prohibió sacar en un reportaje sobre el cáncer a un azafata que padecía esta enfermedad, buscando como sustituta a una mujer de negocios con éxito.

Se la considera un paradigma en la moda que marca tendencia, por ejemplo, fue casi de las primeras mujeres en ponerse gafas de sol en lugares cerrados –aunque podemos suponer, irónicamente, que padecía fotofobia. Y las masas la idolatran como si se tratara de una extensión divina en la moda que ocupa la primera fila de los desfiles más importantes.

"Ella tiene mucho poder y mucho prestigio. Cosas que no siempre van juntas. El prestigio es lo que queda una vez que hayas perdido el poder", nos contaba Pedro Mansilla, sociólogo y periodista de moda, en una entrevista que concedía a Libertad Digital. Es evidente que prestigio no le falta, pero parece que en esta sociedad se necesitan líderes de tendencias a los que idolatrar.

En España tenemos a Carmen Lomana. Un ejemplo de mujer, la herencia de cuyo marido ha sido reinvertida en su imagen, que es capaz de sostener en su libro Los diez mandamientos de la mujer once –un libro cuyo léxico deja mucho que desear, por cierto- la idea de "dime lo que comes y te diré quién eres", asegurando en primera persona: "... me sentaba fatal todo lo que llevara mucha grasa y la fritanga (...). Mi vegetarianismo estuvo muy influenciado por las corrientes orientales de moda en ... la cultura londinense".

Profundos parlamentos que chocan con la imagen de Carmen sumergida en una bañera anunciando hamburguesas unos meses después. A veces en esto de la moda, por mucho que la publicidad mande, se debería buscar la coherencia entre el personaje que uno es y aquello que promociona. También, por cierto, recomienda en su libro el "arte de combinar Louis Vuitton, Zara, Prada, H&M..." o cuenta por qué no se pone chándal.

Pero retomando a Anna Wintour, que al menos sabía qué hacía, es una mujer capaz, como dicen todos, de destrozar una colección con una simple publicación. Algo que nos incita a pensar, ¿existe manipulación en la moda?

En primera fila

La primera fila de los invitados de un desfile es ese lugar reservado para las Lomanas y las Wintours. Cuenta el sociólogo francés Guillaume Erner en su libro Víctimas de la Moda que "los desfiles son para la moda lo que los invernaderos para las plantas exóticas". Aunque no dejan de ser l’art pour l’art, ya que exponen pero rara vez venden.

Estos desfiles reúnen a los periodistas de los principales medios, también a los compradores de grandes almacenes, las ‘celebrities’ –e incluso hemos llegado a ver a políticos, como a Rosa Díaz en febrero de 2012 en el desfile de Devota&Lomba- y algún que otro freak de la televisión y a las buenas clientas. Por supuesto, siempre están –no sabemos si escondidos o no- los diseñadores que trabajan para Inditex en todas las pasarelas del mundo, para que a los 6 días del desfile estén las bonitas "inspiraciones" en todas las tiendas del mundo de este imperio gallego.

Según Guillaume Erner, "cada invitado es situado donde se merece. De esta manera, cada uno recuerda su rango, a pesar de que en las sociedades democráticas los rangos ya no existen". Con mucha ironía, este experto en moda continúa afirmando, "el desfile es una de las últimas ocasiones que quedan para mostrar lo que de verdad valemos".

Con la revista de moda que más éxito tienen, Anna Wintour puede echar por la borda una colección de un diseñador, o, en cambio, asegurarle el éxito. También hay que reconocer la labor de la británica en cuanto a la promoción de jóvenes diseñadores. Sin embargo, si en la política podemos ver entrevistas pactadas, compradas, manipuladas, ¿acaso en la moda no podría darse este fenómeno?

Podemos plantearnos hasta qué punto el "veredicto" de Wintour es neutral y justo, a pesar de que en esto de la moda la justicia sea algo casi inexistente.

"Es muy subjetivo y objetivo a la vez. No es que sea una mujer perversa sino que ella es una mujer objetiva y tiene mucho criterio y lo ejerce con fundamento", afirma Pedro Mansilla. Sin embargo, tal como nos cuenta también el sociólogo español, se puede dar el caso de que, cuando alguien goza de un importante poder en ciertos campos, de vez en cuando se "coquetee" con la posibilidad de reforzar dicho poder.

¿Dónde están, entonces, las tendencias?

Las revistas y los líderes de tendencias –éstos sumergidos en aquellas, a su vez- son en primera y última instancia las que determinan si una marca tiene éxito o no. Podría haber, sin problema alguno, una alienación de esos fashion victims por parte de las revistas de moda. Podría no, de hecho, la hay. De ahí que en el editorial anterior nos preguntábamos cómo es posible que de la noche a la mañana se ponga de moda un calzado determinado.

Hasta los propios blogs de moda que creen "crear tendencia" imitan los editoriales de las revistas de moda más importantes, combinando ese "bajo precio" con "lujo accesible". Las tendencias en la moda son impuestas, son inventadas. Si esa Vogue norteamericana promociona un tipo de prenda determinada, incluso si fuera una prenda horrenda, va a calar en la sociedad y en sus posteriores compras.

Hay crisis en la publicidad que afecta a los medios, pero las revistas de moda no parecen padecerla con la misma profundidad. Las revistas de moda están repletas de anuncios, de consejos recomendando de manera directa una marca acompañada de su precio correspondiente; e, incluso los editoriales de moda, que se supone que son la parte "más artística", está repleta de publicidad cubierta y descubierta a la vez. Una publicidad, que no es que sea mala –de hecho, es buena para contribuir a la riqueza de un país-, pero vende un estilo que el pueblo acoge, perdiendo cada individuo su autonomía a la hora de vestir.

Según Pedro Mansilla, las tendencias sí nacen en la calle. No obstante, en la calle no son rentables. "Lo que hacen las casas de moda es inspirarse en la calle para luego hacer la legitimidad de la marca", afirma este experto de moda. De ahí el incipiente auge de los cool-hunters –"caza-tendencias"- que viajan de ciudad en ciudad para sacar ideas. Una labor que también lleva a cabo en Inditex.

Inditex, por dentro

La fabricación textil de esta multinacional que lidera el mercado de la moda está formada por un total de 13 sociedades en España. Diez de las cuales están controladas al 100% por Inditex: Choolet, Confecciones Fíos, Confecciones Goa, Denllo, Hampton, Samlor y Stear, ubicadas en Arteixo en Galicia. A estas, se le suman dos sociedades más, controladas al 51% por el actual presidente de Inditex, Pablo Isla. Se trata de Jema Creaciones Infantiles e Indipunt, situadas también en Galicia, concretamente en Ferrol. De hecho, Indipunt que pertenece al grupo Inditex desde 1997, es según CCOO la que mayor número de trabajadores tiene.

Además, hay una decimotercera sociedad encargada de diseñar el calzado que redistribuye la multinacional, llamada Tempe, ubicada en Elche. El 50% de acciones de la sociedad Tempe son controladas por la familia fundadora, y el 50% restante por Inditex. Las 12 primeras sociedades emplean a 900 personas.

El imperio de Amancio Ortega sigue siendo tan atractivo que el empresario gallego Manuel Jove, quien es propietario de Caramelo, refuerza la inversión que tiene en acciones de Inditex mediante su SICAV, reduciendo, al mismo tiempo, sus inversiones en Repsol y Telefónica.

Esta semana, el valor de la acción de Inditex llega a los 90 euros. Amancio es el tercer hombre más rico superando al inversor más famoso del mundo, Warren Buffet. En 2008, la revista Forbes le consideró el hombre más rico del mundo.

Ahora, podemos especular sobre qué pasará de aquí a unos años. ¿Superará la fortuna de Amancio Ortega de 38.000 millones de euros a la fortuna de Bill Gates o el magnate mexicano Carlos Slim? ¿O quizá Inditex se estancará algún día?

De momento, esperemos que unos sindicalistas no entren a robar con carros en un Zara.

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