Sin embargo, tal y como publica este sábado La Razón, probablemente Su Majestad no podrá sorprender a la Reina porque los actuales propietarios del conjunto de joyas no parecen dispuestos a vendérsela. Por otra parte, después del reportaje el efecto sorpresa puede darse por finiquitado.
El conjunto de joyas tiene su origen en la Familia Real española: se trata de un regalo que hizo el abuelo de Juan Carlos I, Alfonso XIII, a su mujer, la Reina Victoria Eugenia.
Collar, tiara, pulsera, pendientes...
Las joyas elegidas por el Rey son un gran aderezo en el que la piedra preciosa que acapara el protagonismo es el aguamarina, una gema que combinaba a la perfección con la tez clara y los ojos azules de la Reina Victoria Eugenia y que también lo haría con los de Sofía.
El conjunto incluye un collar con un impresionante colgante, una tiara con otros siete ejemplares de aguamarina, pendientes, sortija, pulsera y un broche con otras dos grandes aguamarinas, la mayor de las cuales supera los 100 kilates.
El valor de todas las joyas es, según los expertos consultados por La Razón, incalculable, tanto por la propia calidad, tamaño y cantidad de las gemas, como por su historia y su valor sentimental.
Sin acuerdo para la venta
De hecho, al parecer esos valores económicos y espirituales han impedido que el Rey pueda completar su plan, ya que los actuales propietarios de las joyas se han negado a venderlas a Su Majestad.
Actualmente las joyas son propiedad de las hermanas Torlonia, Olimpia y Sandra, que las recibieron de su madre, la infanta Beatriz de Borbón y Battenberg, que a su vez las recibió el día de su boda de su madre, la propia reina Victoria Eugenia.
Sandra Torlonia es un personaje algo más conocido por ser madre de uno de los grandes protagonistas de la prensa del corazón española en los últimos lustros: Alessandro Lecquio. Sin embargo, en este momento la propiedad y la decisión sobre el legado de la Reina Victoria Eugenia está en manos de la tía de Lecquio, Olimpia, que las guarda en una caja de seguridad en Suiza.