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Montoro, de hijo de emigrante humilde a ministro de Hacienda

El ministro de la subida de impuestos es definido por sus colaboradores y allegados como un liberal moderado con una deriva social de primer orden.

El ministro de la subida de impuestos es definido por sus colaboradores y allegados como un liberal moderado con una deriva social de primer orden.

Montoro, nacido en 1950 en plena posguerra, es el mayor de dos hermanos. Gil, el padre del ministro de Hacienda, provenía de una familia rural y era el superviviente de cuatro hermanos. Si sobrevivieron entonces, dice el suplemento Crónica de El Mundo, fue gracias a la red familiar del pueblo.

A pesar de todo, el padre de Cristóbal Montoro pudo estudiar el bachillerato. Comerciaba "en lo que podía, en aquellos productos que le dejaban una peseta o media", dice Ricardo Montoro, el hermano menor del ministro. El padre de Montoro acabó especializándose en pintura y papel pintado de decoración y decidió mudarse a Madrid a ejercer la profesión, dejando en Jaén a la familia.

Finalmente, encontró trabajo y en 1965 toda la familia se trasladó a Madrid desde Cambil, en Jaén. El empresario vasco para el que trabajaba le compró un piso en propiedad en el Paseo de Extremadura –un cuarto sin ascensor y sin calefacción de 70 metros cuadrados– que le fue devolviendo poco a poco con sus ingresos. Tal y como relata Crónica, todavía entonces una naranja suponía un manjar para la familia y quizá por eso "sabe lo que vale un euro", dice un allegado.

La obsesión de Gil y su esposa Mercedes era que sus hijos estudiasen. Pese a que durante aquella época era frecuente que los niños de clases bajas trabajaran para ayudar al sustento familiar, sus padres se lo prohibieron para que dedicaran todo el tiempo a los estudios. Ambos hermanos acabarían siendo catedráticos por oposición, y Ricardo, el menor de ellos, es uno de los más reputados sociólogos del país, llegando a trabajar para José María Aznar.

Cristóbal se matriculó en el Instituto Cervantes. "Se juntaron tres elementos clave", recuerda Ricardo: unos padres con voluntad de que sus hijos estudiasen, una ciudad abierta como Madrid, y la apertura de la Universidad Autónoma, donde se aplicaba el principio de ‘si vales, estudias’. Montoro formaría parte de la primera promoción de la facultad de Ciencias Económicas y siempre fue un buen estudiante. "No era el típico empollón, ni estaba obsesionado con las matrículas de honor, pero lo leía todo: prensa, libros, folletos". Nunca buscó deslumbrar o apabullar, sino hacerse entender, dicen sus allegados.

Ejerció de profesor hasta 1989, cuando consiguió su cátedra en Hacienda Pública en la Universidad de Cantabria. Señalan de él que la Economía es su pasión y pocas cosas hay en esa materia que se le escapen. No obstante, ya en su época en la Autónoma le llamó la atención la política. Sus conocidos desmienten que se afiliase a CCOO o a la izquierda, tal y como se ha asegurado en alguna ocasión. Lo que sí era, dice un compañero de clase, es "inquieto socialmente, rebelde ante todo, crítico con la dictadura, pero no mantuvo un activismo llamativo. Lo suyo era el estudio, la lectura, los planteamientos teóricos". Dice Crónica que le molestan las ostentaciones, y más si vienen de miembros de su partido.

De hecho, dicen, podría haber ganado mucho dinero con su despacho de asesoría internacional, pero pronto decidió volver a lo público como eurodiputado y luego como portavoz económico de Rajoy. "Le apasiona lo que hace", comenta un colaborador de su Ministerio. "Cree que ha llegado al culmen de su carrera en un momento en el que España se desangra. Tiene una vocación de servidor público, le divierte su trabajo y le llena".

Montoro afianzó su trayectoria política ejerciendo como profesor de Economía de Aznar cuando éste llegó al poder en 1996. Lo recomendó Pedro Arriola, con quien coincidió en la CEOE. Y desde entonces fue una pieza clave en los equipos económicos de centro derecha, primero como secretario de Estado de Hacienda y, a partir del 2000, con rango de ministro.

Tampoco fue miembro del Opus Dei, otra leyenda urbana en torno suyo. "Siempre fue un liberal moderado en el sentido amplio, tanto en pensamiento como en economía, con una deriva social de primer orden. Montoro considera que lo social ni es ni puede ser patrimonio exclusivo de los partidos de izquierda. Tampoco se le puede definir stricto sensu como conservador".

Ahora, The New York Times le cita como la persona en quien Mariano Rajoy ha depositado la confianza para poner orden en las depauperadas cuentas públicas de España, el responsable de pedir que se incluya en el Código Penal la responsabilidad por los derroches de los políticos... aunque también el responsable de la subida de impuestos del Gobierno, que no estaba incluida en el programa electoral.

"Se ha encontrado lo que se ha encontrado y no le ha importado asumir esa responsabilidad, porque de lo contrario el Estado habría dejado de existir...", dice un colaborador de su ministerio de Hacienda. Y mientras tanto se conforman con recordar  la promesa de Montoro: "Cuando la tormenta amaine" los impuestos bajarán. A Montoro, señalan en Crónica, no le importa abrasarse, puesto que sus ambiciones están cumplidas.

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