La Pasarela Neptuno comienza esta semana de modo inusual: no son las prendas, las vestimentas, ni los complementos lo que más nos ha llamado la atención. Pero, dados como somos a hacer excepciones, hemos decidido conceder la inauguración de la última pasarela de noviembre a una fotografía de Hola. Concretamente, el reportaje principal de la revista en el que vemos posando a "las mujeres más poderosas del Valle del Cauca (Colombia), en la formidable mansión hollywoodiense de Sonia Zarzur, en el Beverly Hills de Cali". Lo que, traducido, viene a ser cuatro mujeres muy ricas posando en su obscenamente lujosa mansión, poniendo cara de naturalidad.
Todo normal, hasta que fijamos nuestra vista en los confines de la foto (y del imperio de las señoras) donde aparecen dos asistentas de raza negra perfectamente ataviadas como tales, mirándose fijamente mientras sujetan las bandejas de plata de sus señoras, como una suerte de expositor de la riqueza. La simetría de la imagen, junto con la profunda tristeza que reflejan los rostros de ambas nos ha dejado completamente trastocados. ¿Era necesario colocarlas ahí como un elemento de atrezzo? ¿Qué es exactamente de lo que trataban de presumir? El hecho de situarlas en esa posición en la composición nos ha resultado de un mal gusto reseñable, sin entrar en las connotaciones que podrían extraerse de la deliberada intencionalidad de la fotografía.
Dicho esto, retornamos al tono jocoso de nuestro territorio. En lo estrictamente estilístico, hoy la ex de Bisbal vuelve a dejarnos impactados: ¿Nadie puede hacer el favor de decirle a esta chica que nos damos por enterados de su estupendísimo cuerpo y sus trabajadísimas curvas? Elena Tablada ha invertido fiestas y más fiestas en dejarnos claro que no pasan los años por ella, y que aún conserva el tipín que consiguió encandilar al almeriense de los rizos. Pero en algún momento hay que parar, Elena. Los límites son tan necesarios como los tacones, que diría aquella. Llevamos tiempo observando un uso y abuso del lucimiento del escote, la minifalda, la chicha en general y el maquillaje exagerado en cada ocasión en que la joven se cruza con un fotógrafo. Ahora, nos "sorprende" con un vestido de transparencias, en el que su ropa interior se lleva todo el protagonismo. ¿Qué tal si dejamos algo para la imaginación....al menos de vez en cuando?
Y de la exuberancia pasamos a algo bien distitno. Unas páginas más adelante podemos ver a Estefanía de Mónaco posando para el escultor Benatow, que está realizando un busto de la princesa. Pero no es su réplica quien nos aterra: es la misma Estefanía. Sus pantalones de pitillo, su camiseta apijamada, su extremada delgadez, el tatuaje motero de su muñeca...y el gesto de sus brazos que aúpa "sutilmente" su escote nos ha dejado anonadados. Porque confiamos en su recuperación –sea lo que sea lo que la ocurre, que también puede ser un mal día- le decimos: "¡Quién te ha visto y quién te ve!".
Y de postre, damos un pequeño tirón de orejas a dos infractores por la mínima: ella es Nuria Roca y él es Cayetano de Alba. Sus estilismos estarían cerca de la perfección...salvo por unos mínimos detalles: a ella, hay que afearle la combinación de colores –rosa chicle, morado, verde oscuro, negro, azul. Así todo junto- . A él, le recomendamos que alargue dos dedos más sus pantalones, para evitar el "efecto pescador".