En no pocas ocasiones surge la amistad entre políticos y periodistas: muchas horas compartidas, mismos círculos sociales... Pero la que hemos conocido esta semana nos ha dejado petrificados: María Teresa Fernández De la Vega y Karmele Marchante.
Esta noticia se nos presenta justo cuando la ausencia de la exvicepresidenta del Gobierno de nuestra vida diaria comenzaba a ser insoportable... ahora, vuelve a la actualidad de manera ligeramente diferente a su faceta como dura portavoz del Gobierno: de la mano de Karmele, en una fiesta. Además, a juzgar por su vestimenta, parece que disfrutan de ese tipo de amistad que implica una llamada de teléfono antes de salir para consensuar modelazos.
La actual integrante del Consejo de Estado viste unos piratas negros, con unos altísimos botines de tacón grises que acentúan demasiado su pronunciada delgadez. De la Vega, que nunca ha escondido su gusto por los trapitos, escoge una camisa floreada al más puro estilo cortinero, y una chaqueta rosa chicle muy... rosa. Y brillante. Con el pelo alisado y móvil en mano se presentó a visitar a su amiguísima Karmele en una fiesta que organizaba en Madrid. La periodista del colorín, tampoco le va a la zaga en cuanto a histrionismo en el vestir: Karmele gasta un vestido minifaldero muy propio de su edad, con referencias al papel albal o al espacio exterior. La estridencia de sus bailarinas naranjas, junto al resto del look, provocarán que nos resulte bastante complicado sacarnos de la cabeza a estas dos amigas de la muerte. Se han ganado el premio especial del jurado al estilismo desestilizado.
Y además, esta semana la Pasarela Neptuno nos deja otra rareza. A veces, cuando estás en la cima del mundo y de la fama, eres chupiguay y sales en las revistas, te deben entrar unas ganas horrorosas de hacer el ridículo. Y entonces es cuando vas y te compras un anillo absurdo y gigantesco, a ver si con suerte creas tendencia y un par de chalados de Oklahoma empiezan a imitarte. Eso es lo que han hecho, por el momento, Katie Holmes – la esposa de Tom Cruise, el de la cienciología- y la mujer Guy Ritchie –el exmarido de Madonna-, que se llama Jacqui Ainsley.
Ambas lucen una imposible, incomprensible y gigantesca sortija, que asemeja a una margarita azul. Las ridículas dimensiones del anillo se comentan por sí solas. Y las revistas ya han corrido a señalarlo como una "tendencia" que seguir muy de cerca, recomendándonos a todos que nos lancemos al chino más cercano en el que vendan una imitación de esta joya de plasticorro. Pues nada, que sólo nos queda rezar hasta al último Santo, para que esta moda no llegue a España, o empezaremos a ver los Carrefour llenitos de anillos-maceta a troche y moche.