La Duquesa de Alba y su novio dan detalles de su amor: "Cayetana es incansable"

Impactante. Es el único adjetivo con el que pueden describirse las declaraciones de la dama con más títulos nobiliarios del mundo y su enamorado. Este mes, la revista Vanity Fair les ha reunido en el Palacio de Dueñas, donde han hablado sobre las vicisitudes de su amor tardío. Por si quedaba alguna duda, a ninguno de los dos les preocupa lo más mínimo los 25 años que les separan, ni tampoco las habladurías que apuntan al interés oscuro de Alfonso Díez en esta relación: "A mí no me gusta lo pretencioso ni casarme para obtener un estatus -dice Alfonso- De hacerlo tiene que ser algo natural, la guinda de esta historia. Cayetana es mi presente absoluto, y el futuro, Dios dirá", dice él. 

Y es que, en el fondo no aclaran si pasarán por la vicaría o no. Pero, realmente carece de importancia ante las revelaciones que hacen, de otra índole más curiosa. Cayetana de Alba dice que le dan igual las habladurías en torno a ella, porque sabe exactamente a qué viene: "Me envidian porque no tienen un hombre tan guapo y simpático como Alfonso al lado. Es cariñoso y desprendido, y está muy enamorado de mí".Ella, también se confiesa obnubilada:"Yo también, y me ha dicho la siguiente frase: "Me moriría si no estuvieses a mi lado".

Ella destaca que lo que más le gusta de él, es la pasión que "tiene por mí", y presume de mantenerse fresca: "El amor en la madurez, en el fondo, se parece al de la juventud", dice, a sus 85 años. Rápidamente, aparece Alfonso para rematar lo lozana que se encuentra su querida: "Cayetana es incansable. Siempre está diciendo: ¿Y ahora qué hacemos? Está dispuesta a probar esas cosas que le faltan por hacer. A veces parezco yo el mayor de la pareja", asegura. "La quiero muchísimo y es un placer y un privilegio estar a su lado", asegura.

En otro orden de cosas, Cayetana confiesa que "yo nunca hice nada por no tener hijos, la maternidad es muy emocionante", añadiendo que estuvo embarazada y sufrió cuatro abortos y una muerte pre matura. Dice que le importa un pimiento lo que opinen sus hijos de su ardiente relación: "Uy, quéva, ni caso. A míme aconsejaba mi padre, pero después de él, nadie" aunque sí reconoce que "sería más agradable, claro...".