(Libertad Digital) El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha podido esperar a que sea el ministro de Economía quien anuncie el resultado de las cuentas del Estado que maneja el Ejecutivo socialista. El Presidente, no ha dudado en airear la bonanza económica que, a su juicio, vive la economía española esbozando una amplia sonrisa durante unas jornadas organizadas por The Economist. Este ha sido el marco escogido por Zapatero para jactarse de que la Economía Española cerrará 2006 con un superávit del 1,5 por ciento del PIB, con una inflación situada en el 2,6 por ciento y con la creación de 700.000 nuevos empleos.
Esta actitud triunfalista y autocomplaciente del presidente del Gobierno choca mucho con la que mostró en 2003, concretamente el día 29 de octubre, cuando el, entonces ministro de economía del PP, Cristóbal Montoro anunció que tras sanear las cuentas del Estado, el Gobierno conseguiría cerrar el ejercicio con un superávit del 0,5 por ciento sobre el PIB. En aquel momento, Zapatero, que ejercía de jefe de la oposición, tachó de "mediocre" la actitud del Gobierno de Aznar, por felicitarse de conseguir un superávit y prometió que "con un gobierno socialista no habrá superávit".
El razonamiento que esgrimió Zapatero aquel día fue que el Ejecutivo debía resolver los problemas sociales de España, y citó la productividad, el acceso de los españoles a la vivienda y el absentismo laboral. Por ese orden, el actual candidato a la Alcaldía de Madrid y, hasta hace una semana, asesor económico de Zapatero, Miguel Sebastián ha advertido que el gran aumento de la inmigración, a raíz de la denominada Ley Caldera que permite papeles para todos, ha provocado el retroceso en la productividad.
En cuanto al problema del absentismo escolar, tras derogar la LOCE, se ha sumado el problema de la indisciplina en las aulas y la violencia en las escuelas, con casos de agresiones a profesores y a otros alumnos en las clases.
Además, según los últimos estudios, el endeudamiento de las familias continúa creciendo, lo que les dificulta cada día más afrontar los compromisos de pago que tienen después de adquirir un inmueble. El precio de las viviendas continúa subiendo y el precio de las hipotecas es cada vez mayor, obligando a los españoles a pagar mensualidades cada vez más abultadas con cada revisión de los tipos de interés.