Emplear el porcentaje que representan los ingresos fiscales sobre el conjunto del PIB para afirmar que los impuestos que pagan los españoles son "muy bajos" lleva a engaño. El ministro de Fomento, José Blanco, avanzó que el Gobierno tiene la intención de subir nuevamente los tributos -tras el incremento aprobado en 2009- para "homologarlos" a la media de la UE. Y ello, bajo la excusa de alcanzar así unas infraestructuras y servicios públicos "de primera".
El Ejecutivo se agarra a los últimos datos oficiales de presión fiscal para edulcorar, en la medida de lo posible, su próxima subida de impuestos. Así, según la oficina estadística europea (Eurostat), la presión fiscal en España descendió hasta el 33% del PIB en 2008, el nivel más bajo en una década, como consecuencia del desplome de ingresos que han registrado las administraciones públicas tras el estallido de la crisis económica. Este dato contrasta con el 39,1% de la UE-27 y el 39,7% de la zona euro.
Así, "homogeneizar" la presión fiscal de España con la media europea, tal y como solicita Blanco, implicaría elevar los ingresos fiscales en cerca de 60.000 millones de euros al año, un aumento de impuestos muy superior al aprobado en 2009 (unos 15.000 millones), y que ya supuso la mayor subida tributaria de la democracia española.
Sin embargo, Blanco no cita que la presión fiscal en España subió año tras año durante la época del boom inmobiliario. Las arcas públicas han registrado una creciente recaudación fiscal en la última década, sin necesidad de subir impuestos, gracias al elevado ritmo de actividad económica.
El peso de los ingresos públicos por impuestos y cotizaciones sociales aumentó desde el 34,5% hasta el 37,1% del PIB en la pasada legislatura, uno de los incrementos más altos de la OCDE (grupo que engloba a los países más ricos del mundo) durante ese período.
El estallido de la burbuja inmobiliaria ha puesto punto y final al auge de la recaudación fiscal, que se hundió desde el 37,1% en 2007 al 33,1% del PIB en 2008.
Ahora, el Gobierno pretende elevar este índice subiendo la tributación a particulares y empresas. El problema es que los españoles se sitúan ya entre los ciudadanos que pagan más impuestos de toda la zona euro.
Y es que no es lo mismo presión fiscal que esfuerzo fiscal: la presión fiscal se obtiene dividiendo la recaudación tributaria entre el PIB, con lo que depende del ritmo de actividad económica y no tanto de la subida o bajada de impuestos; por el contrario, el esfuerzo fiscal mide el peso que representa la presión fiscal en la renta per cápita (salarios), lo cual arroja un escenario mucho más fiel a la carga real de impuestos que soporta cada individuo.
Y es aquí donde los datos son muy negativos para España, ya que si bien la presión fiscal sobre las rentas del trabajo en España es ligeramente inferior a la media europea, todavía es menor nuestro salario medio con respecto al de los países de la zona euro. Los españoles ganan un promedio de 22.802 euros anuales brutos, mientras que la media de los países de nuestro entorno se sitúa en unos 34.000 euros.
Por ello, los trabajadores españoles soportan uno de los esfuerzos fiscales más altos de la zona euro, superior al de sus vecinos europeos, a excepción de Italia y Portugal, según un estudio elaborado por los técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha) realizado a partir de datos de la OCDE.
En concreto, Gestha advierte que si consideramos los impuestos que soporta un español por el consumo (IVA e Impuestos Especiales), la presión fiscal sobre el salario medio se elevaría desde el 37% hasta el 47,01% en 2008, pudiendo superar, incluso, el 50% si añadimos los pagos medios de impuestos sobre sucesiones o donaciones, transmisiones patrimoniales e impuestos municipales, entre otros.
Según los técnicos de Hacienda, el esfuerzo fiscal es un indicador muy revelador del peso que tienen los impuestos sobre el bolsillo de los contribuyentes, ya que muestra cómo dos países, con una presión fiscal idéntica, realizan un "sacrificio" económico muy diferente cuando el nivel de renta de sus ciudadanos no es el mismo.
De este modo, si el Gobierno cumple finalmente su amenaza y apuesta por subir nuevamente los impuestos, España pasará encabezar la mayor presión fiscal de la zona euro, con los consiguientes efectos negativos que ello supondría para el poder adquisitivo y capacidad de ahorro de los ciudadanos, la actividad de las empresas y la competitividad del conjunto de la economía nacional.
Medido en días de trabajo, la presión fiscal que soportan actualmente los españoles asciende a algo más de cuatro meses. En concreto, según el último estudio del think tank Institución Futuro, los contribuyentes dejaron de trabajar para Hacienda el pasado 1 de mayo. Es decir, los españoles trabajan, en la actualidad, una media de 121 días para satisfacer sus obligaciones tributarias con el Fisco. El Ejecutivo estudia incrementar dicha carga fiscal.