El presidente francés, Nicolas Sarkozy, ha hecho unas polémicas declaraciones a propósito del nombramiento del ex ministro francés Michel Barnier al frente de la comisión que regula los servicios financieros en la Unión Europea.
Bernier tendrá ahora poder para influir en la regulación de los hedge fund, la banca y los seguros. Sarkozy dijo que su nominación contribuirá a sustituir el desacreditado modelo anglosajón de “capitalismo financiero” por el modelo continental.
En un discurso declaró textualmente: “¿Sabéis lo que significa para mí ver por primera vez en 50 años a un comisionario europeo francés al mando del mercado interior, incluyendo los servicios financieros, incluyendo la City [de Londres]? […] Quiero que el mundo vea la victoria del modelo europeo, que no tiene nada que ver con los excesos del capitalismo financiero”.
El alud de críticas desde el Reino Unido no se ha hecho esperar. El diario The Times publicó un editorial , Diplomatic Disservice, reprimiendo a Sarkozy por desvirtuar las funciones de la Unión Europea, no comprender el papel que juegan los servicios financieros en el crecimiento económico y menoscabar la dignidad de su cargo.
La British Bankers’ Association (BBA) ha acusado a Sarkozy de dañar la confianza pública en la Unión Europea, atacar el principio de que los comisarios sirven a todos los Estados miembros y no a su país de origen, y suscitar dudas sobre las razones de Francia para obtener ese rol para su candidato.
Con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa el pasado 1 de diciembre, Bruselas captura nuevos poderes sobre la industria de servicios financieros en Europa. En Londres, uno de los mayores centros de finanzas del mundo, observan este desarrollo con suspicacia, temiendo el efecto que un exceso de regulaciones puede tener sobre su competitividad internacional.
Los ministros de finanzas europeos acordaron un nuevo marco regulatorio que situará a la Unión Europea en el centro de la supervisión de bancos, mercados y compañías de seguros. Se creará un organismo de control para monitorizar el riesgo macroeconómico (formado por directores de los bancos centrales y reguladores nacionales) y tres agencias que supervisarán los bancos, las aseguradoras y los gestores de valores.
Bajo la nueva normativa, un Estado solo podrá derogar una orden de los reguladores si consigue el respaldo de la mayoría de los 27 Estados europeos. El veto nacional ya no tiene vigencia. Alistair Darling, ministro de finanzas británico, recordó que Londres es el único rival que tiene Nueva York en Europa. Seiscientas instituciones financieras extranjeras operan en el Reino Unido, 420 de ellas son europeas.
Londres maneja el 50% de la riqueza de los fondos soberanos. Más de la mitad de la emisión de nuevas acciones tiene lugar en las bolsas inglesas. No perjudicar a la City de Londres es también en interés de Europa.
Para algunos comentaristas los temores de los empresarios y financieros están fundados, y el exceso de regulación era el resultado previsible del proceso de integración política europea. Allister Heath, editor de City A.M., alerta sobre el afán de las autoridades reguladoras de aprovechar la crisis para extender su control sobre todos los sectores de las finanzas, incluyendo aquellos que no han contribuido en ningún sentido a la generación de la crisis.
Heath opina que Bruselas, en lugar de considerar la preeminencia de la City como un activo valioso y reforzar su competitividad, probablemente la reduzca al mínimo común denominador junto con los demás centros financieros de europa.
Mientras, varias compañías financieras ubicadas en la City estudian las ventajas de trasladarse a Suiza o a otros países con un clima regulatorio más atractivo. Anthony Brown e , asesor del alcalde de Londres, Boris Johnson , advierte que presionar a la City producirá deslocalizaciones a Nueva York y a Hong Kong. “Mucha gente está pensando en marcharse”, dijo Browne, “y cuanto más beligerante sea el lenguaje [de los políticos], más fugas habrá”.