LD (EFE) Tal como había recomendado la dirección del grupo francés presidido por Jean-Francois Roverato, la Junta General de Accionistas de Eiffage, reunida este miércoles en París, rechazó las propuestas para nombrar a cuatro administradores de Sacyr.
Los candidatos a administradores de la constructora española –su propio presidente, Luis de Rivero, Manuel Manrique, Juan Abelló y Vicente Benedito–sólo tuvieron el apoyo de entre el 42 y el 43 por ciento de los accionistas representados en la junta, mientras que en su contra votaron entre el 56 y el 57 por ciento.
Eso significa que los cuatro candidatos contaron con el respaldo de los votos de la propia Sacyr (equivalentes a cerca del 38 por ciento del quórum de la asamblea) y con otros pocos exteriores.
Antes del voto, la empresa española había sido privada de derechos de voto equivalentes al 4 por ciento del capital de Eiffage en una maniobra diseñada en concertación entre el equipo de Roverato y los empleados accionistas, que tienen el 23 por ciento del capital a través del fondo Eiffage 2000. La maniobra tuvo su sustento reglamentario en que Sacyr no había comunicado a la dirección de Eiffage las compras de acciones cuando superaba los umbrales de cada punto porcentual del capital, algo que debería haber hecho como muy tarde quince días después de esas operaciones.
A las demandas de Sacyr se opusieron no sólo el bloque de los asalariados accionistas y la dirección que dirige la auto-cartera formada por un 2,5 por ciento de las acciones, sino también la entidad estatal Caisse des Depots et Consignations (CDC), que recientemente ha comprado el 5 por ciento de Eiffage; el financiero belga Albert Frere, que adquirió hace poco el 6,1 por ciento, y otros accionistas menores.
El presidente de la compañía francesa justificó su beligerancia para impedir la entrada de Sacyr en el consejo primero por "un problema de método", en alusión a la falta de transparencia en esas primeras compras, de las que sólo fue informado formalmente el 28 de febrero pasado, pese a que se habían efectuado desde el 21 de diciembre. Además, calificó de "brutal e inesperada" la toma de participación del grupo español, del que le separan "estrategias diferentes" en el negocio.
Rivero, por su parte, defendió la necesidad de que su grupo estuviera representado en la dirección de Eiffage después de haber invertido 1.700 millones de euros: "Si tenemos un tercio de los derechos de voto, creo que debemos tener representación en el consejo de administración". Y desmintió a Roverato en el argumento de estrategias diferentes al señalar que una y otra empresa ceden actividades con poca rentabilidad para invertir en concesiones, primero de autopistas, luego de aeropuertos y de servicios medioambientales.
Una vez consumado el voto de los accionistas, el presidente de Sacyr quitó hierro al fracaso de su intento para contar con sus propios administradores y quiso ser conciliador con Roverato, al que mostró su disposición para llegar a un compromiso. En ese sentido expresó su convicción de poder modificar "con el tiempo" la beligerancia de la actual dirección de Eiffage, porque "el tiempo es una medicina que cura todos los males".
Los candidatos a administradores de la constructora española –su propio presidente, Luis de Rivero, Manuel Manrique, Juan Abelló y Vicente Benedito–sólo tuvieron el apoyo de entre el 42 y el 43 por ciento de los accionistas representados en la junta, mientras que en su contra votaron entre el 56 y el 57 por ciento.
Eso significa que los cuatro candidatos contaron con el respaldo de los votos de la propia Sacyr (equivalentes a cerca del 38 por ciento del quórum de la asamblea) y con otros pocos exteriores.
Antes del voto, la empresa española había sido privada de derechos de voto equivalentes al 4 por ciento del capital de Eiffage en una maniobra diseñada en concertación entre el equipo de Roverato y los empleados accionistas, que tienen el 23 por ciento del capital a través del fondo Eiffage 2000. La maniobra tuvo su sustento reglamentario en que Sacyr no había comunicado a la dirección de Eiffage las compras de acciones cuando superaba los umbrales de cada punto porcentual del capital, algo que debería haber hecho como muy tarde quince días después de esas operaciones.
A las demandas de Sacyr se opusieron no sólo el bloque de los asalariados accionistas y la dirección que dirige la auto-cartera formada por un 2,5 por ciento de las acciones, sino también la entidad estatal Caisse des Depots et Consignations (CDC), que recientemente ha comprado el 5 por ciento de Eiffage; el financiero belga Albert Frere, que adquirió hace poco el 6,1 por ciento, y otros accionistas menores.
El presidente de la compañía francesa justificó su beligerancia para impedir la entrada de Sacyr en el consejo primero por "un problema de método", en alusión a la falta de transparencia en esas primeras compras, de las que sólo fue informado formalmente el 28 de febrero pasado, pese a que se habían efectuado desde el 21 de diciembre. Además, calificó de "brutal e inesperada" la toma de participación del grupo español, del que le separan "estrategias diferentes" en el negocio.
Rivero, por su parte, defendió la necesidad de que su grupo estuviera representado en la dirección de Eiffage después de haber invertido 1.700 millones de euros: "Si tenemos un tercio de los derechos de voto, creo que debemos tener representación en el consejo de administración". Y desmintió a Roverato en el argumento de estrategias diferentes al señalar que una y otra empresa ceden actividades con poca rentabilidad para invertir en concesiones, primero de autopistas, luego de aeropuertos y de servicios medioambientales.
Una vez consumado el voto de los accionistas, el presidente de Sacyr quitó hierro al fracaso de su intento para contar con sus propios administradores y quiso ser conciliador con Roverato, al que mostró su disposición para llegar a un compromiso. En ese sentido expresó su convicción de poder modificar "con el tiempo" la beligerancia de la actual dirección de Eiffage, porque "el tiempo es una medicina que cura todos los males".