LD (Europa Press) Reino Unido logró durante la cumbre de líderes europeos celebrada en Bruselas descafeinar la reforma propuesta por la Comisión Europea del sistema comunitario de supervisión bancaria, cuyo objetivo es prevenir nuevas crisis como la actual.
El resto de jefes de Estado y de Gobierno de la UE cedieron a las preocupaciones británicas a cambio de obtener un acuerdo de mínimos que permita a Bruselas presentar sus propuestas legislativas en otoño. El objetivo es que la reforma empiece a aplicarse en 2010.
"Hace nueve meses, si hubiera dicho que pactaríamos un sistema paneuropeo de supervisión con poderes vinculantes nadie me habría creído", destacó el presidente francés, Nicolas Sarkozy, al término de la cumbre, aunque admitió que la reforma no es tan ambiciosa como le hubiera gustado.
"Estamos reformando el sistema financiero porque unos mercados financieros éticos y eficaces crean empleos sostenibles", dijo por su parte el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso. A su juicio, ahora hay un "consenso sobre la necesidad de un auténtico enfoque europeo para la supervisión bancaria".
Londres amenazaba con vetar la reforma por su oposición a ceder poderes a nuevas autoridades europeas de supervisión, que ejercerán de mediadoras cuando haya discrepancias entre los reguladores nacionales de los países en los que opera una entidad transfronteriza.
Para aplacar estas reservas, en las conclusiones de la cumbre se deja claro que "las decisiones adoptadas por las autoridades europeas de supervisión no deben afectar de ninguna manera a las responsabilidades fiscales de los Estados miembros". Es decir, cuando haya que intervenir para rescatar a un banco la última palabra debe seguir estando en manos de los supervisores nacionales. Falta ver cómo se concretará este principio en la legislación.
"He garantizado que el dinero de los contribuyentes británicos quedará adecuadamente protegido", dijo el primer ministro británico, Gordon Brown, al término de la reunión.
Por su parte, Barroso explicó que el nuevo sistema "no obligará al Gobierno de un Estado miembro a tomar decisiones fiscales contra su voluntad, pero ayudará a prevenir la quiebra de entidades transfronterizas que arrastren a otras con ellas. Esto ahorrará mucho dinero a los contribuyentes de toda Europa", afirmó.
Alerta rápida de riesgos
La otra preocupación de Reino Unido era que la presidencia del Consejo Europeo de Riesgos Sistémicos --un nuevo órgano cuya función será recoger y analizar toda la información sobre el sistema financiero, detectar posibles riesgos y avisar para que se tomen medidas para corregirlos antes de que provoquen una crisis-- estuviera presidido por el Banco Central Europeo (BCE). Su temor era quedar marginado por no formar parte de la eurozona.
El resto de líderes europeos han atendido esta preocupación y han decidido que serán los gobernadores de los bancos centrales de los Veintisiete los que elijan al presidente de este órgano.
Londres logró también que las conclusiones de la cumbre no cierren las puertas a que puedan adoptarse nuevos planes de estímulo económico frente a la crisis. El borrador de conclusiones afirmaba que la UE ya no necesita programas de este tipo, y esta frase se suprimió en la versión final a petición de Reino Unido, según informaron fuentes diplomáticas. A cambio, los Veintisiete resaltan su "determinación de hacer lo que sea necesario para restaurar el crecimiento y el empleo".
En todo caso, los líderes europeos reiteraron su compromiso de volver a la consolidación fiscal cuando la recuperación lo permita y de diseñar una "estrategia de salida" del déficit y la deuda.
También concluyeron que las medidas de rescate adoptadas hasta ahora han sido eficaces para estabilizarlo, pero que la situación sigue siendo "difícil" y que "los flujos de crédito siguen estando limitados". Por ello, reclamaron a los Gobiernos que tomen las medidas necesarias para limpiar los balances de los bancos y recapitalizarlos, entre ellas la realización de pruebas de estrés cuando sea necesario.
La UE, como el resto del mundo, "todavía se enfrenta a los efectos de recesión más profunda y extendida de la era de la posguerra". No obstante, las medidas adoptadas hasta ahora "están contribuyendo a limitar los efectos negativos de la recesión y ayudando a salvaguardar puestos de trabajo". También "sientan las bases para una recuperación económica sostenible", afirman las conclusiones.