(Libertad Digital) El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, ha aprovechado la primera sesión de control al Gobierno de 2005 para preguntar al presidente del Gobierno por qué miembros de su Gobierno se reunieron con empresarios de Sacyr antes de que esta empresa diese a conocer su intención de entrar en el accionariado del BBVA y por qué Solbes avaló la operación en vísperas del Consejo de Administración de la constructora.
Según ha dicho Rajoy irónicamente, probablemente estos hechos fueron "una casualidad", como "también fue sin duda casual, la investigación de la CNMV sobre un asunto que tuvo lugar hace más de ocho años" y el hecho de que, tras el cierre de esta investigación, "la Fiscalía Anticorrupción abriera diligencias informativas justo el día en el que el BBVA presentaba sus resultados". Por eso, Rajoy ha preguntado a Zapatero "si el Gobierno se propone continuar con estas casualidades o pretende dejar que las empresas actúen en libertad".
El presidente ha respondido que "el Gobierno no ha intervenido, ni intervendrá en la marcha de las empresas de este país". "Yo no me he reunido con ninguno de ellos y no sé si eso pasa también en los bancos de su grupo". Según ha dicho, tanto el vicepresidente económico como los organismos –el Banco de España y la CNMV– han actuado con plena autonomía y "no han intervenido en lo más mínimo en la plena autonomía de las empresas".
Pero Rajoy ha contraatacado con más casualidades: "GEA presenta una Opa sobre Aldeasa y ¡oh casualidad!, a renglón seguido, el Ministerio de Fomento anuncia unos cambios en las condiciones de la concesión por Aldeasa, dejando claro que es el Ministerio el que fija los precios". Dados a los perjuicios generados a los accionistas y empleados, Rajoy se pregunta por qué en este caso la Fiscalía no investiga, también de oficio, si se ha incumplido el artículo 175 que tipifica el delito de maquinación para alterar el precio de las cosas.
El presidente Zapatero tampoco ha explicado estas casualidades y le ha respondido afirmando que fue el Gobierno popular el que intervino en las empresas en 1996, ya que cambió a los principales directivos de Argentaria, Repsol, Aldeasa, Tabacalera y Telefónica y puso a personas de su confianza.