Los mensajes se suceden. Mientras la necesidad de financiación del Gobierno de EEUU crece a un ritmo récord su máximo acreedor, China, advierte de que no está dispuesto a incrementar su compra de bonos al Tesoro estadounidense. De este modo, aumenta la tensión internacional que está generando el creciente déficit público de la Administración Obama.
El déficit de EEUU en el año fiscal 2009, que finalizó el pasado 30 de septiembre, alcanzó la cifra récord de 1,4 billones de dólares, equivalente al 9,9% del PIB, la más alta desde 1945, según los cálculos iniciales de Washington. Este descuadre en las cuentas públicas de la primera potencia mundial se debe, principalmente, a los planes de rescate bancario y estímulo económico puestos en marcha por Obama con el fin de facilitar la salida de la recesión.
Sin embargo, la abultada factura levanta, cuanto menos, inquietud entre los inversores internacionales. Sobre todo en China que, como principal acreedor, acumula unas reservas próximas a los 2,3 billones de dólares. La cuestión clave es si el régimen de Pekín está dispuesto a aumentar su compra de bonos al Tesoro de EEUU.
Por el momento, la respuesta es clara, a la luz de las últimas declaraciones del vicegobernador del Banco Central de China, Zhu Min. En una reciente intervención sobre la economía mundial, el alto funcionario advirtió de que "EEUU no puede obligar a los gobiernos extranjeros a aumentar sus tenencias de bonos del Tesoro". Es decir, Obama no puede forzar a China a incrementar la compra de deuda estadounidense. "¿Duplicar las reservas? Definitivamente, eso es imposible", aseveró.
"El déficit por cuenta corriente de EEUU está disminuyendo a medida que aumenta la tasa de ahorro interno por lo que su volumen de comercio está descendiendo". Esto significa que "EEUU está suministrando menos dólares al resto del mundo", agregó.
"El mundo no tiene tanto dinero como para comprar más bonos del Tesoro de EEUU". Y es que, al tiempo que las exportaciones e importaciones de EEUU caen el resto del mundo tiene menos dólares para comprar, entre otras cosas, bonos del Tesoro (deuda púiblica).
Por el contrario, según Zhu, el Gobierno de Pekín insiste en ir diversificando sus reservas. En este sentido, indicó que si bien sus reservas de divisas siguen creciendo, lo hacen a un ritmo más lento que en años anteriores, debido al superávit comercial y a la afluencia de inversión extranjera. En esencia, Pekín no está dispuesto a incrementar la compra de deuda pública estadounidense.
La bomba de la Deuda Pública
El principal problema financiero actualmente no es la falta de crédito a particulares y empresas, -de hecho, esa contracción nos está librando de males mayores- sino el ya insoportable fardo de los títulos de deuda emitida por los Gobiernos de medio mundo.
La obsesión por salvar a cualquier precio a los bancos que lo hicieron mal durante la burbuja inmobiliaria, ha llevado a los responsables políticos de las principales bancos centrales a ampliar la base monetaria hasta extremos no conocidos hasta el momento, tal y como puede verse en este gráfico de la Reserva Federal (FED):
La base monetaria se ha doblado en el último año, se ha triplicado desde el año 2000 y se ha multiplicado por siete desde que Alan Greenspan, mentor de Ben Bernanke, se hiciese con la presidencia de la Reserva Federal. Como premio a una espiral semejante la revista Time ha nombrado “Hombre del año” 2009 al aventajado discípulo de Greenspan.
Aunque parte de ese aumento pertenece a bancos que han depositado sus reservas en el banco central, el nivel de deuda es ya insostenible se mire por donde se mire. Todo indica, por añadidura, que la FED se seguirá endeudando ya que ni los chinos quieren comprar los bonos que emite el Tesoro de los EEUU. A falta de otros clientes es la Reserva Federal la que compra estos títulos de deuda, en un proceso que se conoce como monetización.
Pero los norteamericanos no son los únicos que han entrado en el juego de ampliar la base monetaria para rescatar a los jugadores más ineficaces del mercado. En el gráfico inferior se ve el aumento de la base monetaria efectuado este año por la FED y sus homólogos, europeo, británico y suizo.
¿Inflación o deflación?
Con los números en la mano, cuando todo ese dinero creado de la nada para tapar agujeros en la banca y otras empresas quebradas salga al mercado podría producirse una hiperinflación peligrosa. Por de pronto no ha salido y asistimos a un escenario deflacionista con unos niveles de inversión muy bajos.
La clave es que el mejor modo de cancelar deudas es ahogándolas en un proceso inflacionario. Tal vez por ello diversos analistas esparan eso mismo, algo parecido a la crisis de los años de Carter (estanflación de los años 70), con elevada inflación, parálisis productiva y altos índices de desempleo, un caramelo envenenado para la era Obama.