L D (EFE) El texto refleja que en marzo pasado se contabilizaron 1.002.039 extranjeros afiliados frente a los 334.976 de 1999, que en esa fecha suponían tan sólo un 2,3 por ciento del conjunto, y constata que el empleo extranjero -un 78 por ciento externo a la UE- se concentra en tres sectores de actividad: construcción, agricultura y hostelería.
Sobre la distribución geográfica, el informe detecta variaciones notables: en Ceuta y Melilla o Murcia la población afiliada a la Seguridad Social de origen extranjero respecto al total de personas en alta queda en torno al 12 por ciento; en Baleares y Canarias en el 9 por ciento, y en Madrid en un 8,5 por ciento, sin embargo en Asturias, Extremadura, País Vasco o Galicia esa cuota no sobrepasa el 2,5 por ciento.
En Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid, donde se concentran algo más de las dos terceras partes de los extranjeros en situación de alta laboral en la Seguridad Social, el peso de la inmigración en el empleo se sitúa cerca del 7 por ciento en los dos primeros casos y por debajo del 4 por ciento en Andalucía. "Lógicamente, el mayor dinamismo económico de una u otra zona junto a la importancia de determinadas ramas de actividad en una u otra zona junto economía determinan este amplio abanico de situaciones", añade el texto.
De acuerdo con el informe, el auge de la población ocupada extranjera se explica sobre todo por la llegada de trabajadores latinoamericanos que, en 2003, constituyeron más de la tercera parte de los afiliados extranjeros formando un colectivo cercano a los 320.000 personas, cinco veces la cifra de 1999. Entre este colectivo, las nacionalidades predominantes son la ecuatoriana, con más de 135.000 efectivos, y la colombiana, con 65.000, ambas cifras referidas a la media de 2003. "Muy importante también, casi multiplicándose por nueve, ha sido el crecimiento de la afiliación de ciudadanos de países europeos no comunitarios, especialmente rumanos, búlgaros y ucranianos, que en 2003 llegaron casi a las 110.000 personas (15.427 en 1999)", añade.
Menos intensa, aunque también relevante ha sido la presión del flujo migratorio de otros países. En este sentido los afiliados originarios de Marruecos han llegado a 160.233 en 2003 tras doblar su número de efectivos desde 1999, mientras que los procedentes del resto de África -sobre todo Nigeria, Senegal y Argelia-, han alcanzado el registro de 60.228, casi dos veces y media la cifra de 1999. Por último, el proceso de integración europea ha tenido un impacto relevante en el aumento de la población de la Unión Europea afiliada a la Seguridad Social en España, un colectivo que alcanzó las 202.813 personas en 2003, un 67 por ciento más que en 1999.
Sobre la distribución geográfica, el informe detecta variaciones notables: en Ceuta y Melilla o Murcia la población afiliada a la Seguridad Social de origen extranjero respecto al total de personas en alta queda en torno al 12 por ciento; en Baleares y Canarias en el 9 por ciento, y en Madrid en un 8,5 por ciento, sin embargo en Asturias, Extremadura, País Vasco o Galicia esa cuota no sobrepasa el 2,5 por ciento.
En Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía y Madrid, donde se concentran algo más de las dos terceras partes de los extranjeros en situación de alta laboral en la Seguridad Social, el peso de la inmigración en el empleo se sitúa cerca del 7 por ciento en los dos primeros casos y por debajo del 4 por ciento en Andalucía. "Lógicamente, el mayor dinamismo económico de una u otra zona junto a la importancia de determinadas ramas de actividad en una u otra zona junto economía determinan este amplio abanico de situaciones", añade el texto.
De acuerdo con el informe, el auge de la población ocupada extranjera se explica sobre todo por la llegada de trabajadores latinoamericanos que, en 2003, constituyeron más de la tercera parte de los afiliados extranjeros formando un colectivo cercano a los 320.000 personas, cinco veces la cifra de 1999. Entre este colectivo, las nacionalidades predominantes son la ecuatoriana, con más de 135.000 efectivos, y la colombiana, con 65.000, ambas cifras referidas a la media de 2003. "Muy importante también, casi multiplicándose por nueve, ha sido el crecimiento de la afiliación de ciudadanos de países europeos no comunitarios, especialmente rumanos, búlgaros y ucranianos, que en 2003 llegaron casi a las 110.000 personas (15.427 en 1999)", añade.
Menos intensa, aunque también relevante ha sido la presión del flujo migratorio de otros países. En este sentido los afiliados originarios de Marruecos han llegado a 160.233 en 2003 tras doblar su número de efectivos desde 1999, mientras que los procedentes del resto de África -sobre todo Nigeria, Senegal y Argelia-, han alcanzado el registro de 60.228, casi dos veces y media la cifra de 1999. Por último, el proceso de integración europea ha tenido un impacto relevante en el aumento de la población de la Unión Europea afiliada a la Seguridad Social en España, un colectivo que alcanzó las 202.813 personas en 2003, un 67 por ciento más que en 1999.