Los analistas atribuyen esta tendencia al alza, de la que se beneficiaron también otros metales, como el zinc y el platino, a la ávida demanda que existe entre inversores institucionales y países emergentes y que no encuentra respuesta en los productores, sin capacidad para reaccionar por la falta de inversiones en descubrimiento y explotación de yacimientos.
Otros factores que han contribuido a esa escalada fueron el aumento del precio del petróleo, que este martes también acaparó su cuota de protagonismo al llegar a comprarse, en el caso el tipo Brent, a 69,70 dólares por barril, un precio que le coloca por encima del tipo de referencia en EEUU, el West Texas Intermediate (WTI), que marcó su máximo en 69,45 dólares. Tradicionalmente, la situación ha sido la inversa, ya que la cotización del Brent suele situarse en torno a 1,5 dólares por debajo del WTI. En la misma línea, el precio del barril de la OPEP batió este lunes un nuevo récord al alcanzar los 62,65 dólares, 85 centavos más que el viernes pasado.
Los analistas consultados señalan a la intensificación del programa nuclear en Irán, que podría provocar sanciones y una consiguiente interrupción del suministro, como principal causa de la escalada de precios y recuerdan que ello agravaría el ajustado equilibrio entre oferta y demanda mundial que vive el mercado desde hace unos tres años por la incorporación de países emergentes con gran consumo, como China e India.
En la escalada de precios del crudo también han influido, aunque en menor medida, los rumores sobre un posible bombardeo selectivo de EEUU en Irán para frenar el programa nuclear, unas informaciones que fueron desmentidas ayer por la Casa Blanca. Además, la situación actual ha coincidido con unos inventarios en mínimos después del invierno y con los recurrentes ataques en la cuenca del Níger que incrementan la incertidumbre sobre un riesgo de desabastecimiento desde Nigeria, principal exportador de África y octavo productor mundial.