LD (EFE) Además apuesta por intentar, mediante las negociaciones de adhesión, o con el reforzamiento de las relaciones, que esas economías emergentes adopten su propio modelo que combina sistemas democráticos con libertad de mercado y ausencia de trabas a las inversiones. El ministro español de Economía, Pedro Solbes, que como presidente de la reunión ministerial de la OCDE finalizada hoy en París se encargó de anunciar este nuevo giro, dijo que la de la apertura fue "una decisión política" que "redefine el escenario" de la organización.
"Estamos abriendo un periodo muy importante de la organización", señaló por su parte el secretario general de la organización, el mexicano Ángel Gurría, que insistió en que la apertura de negociaciones para la adhesión con el primer grupo de cinco "no es una casualidad", sino "la consecuencia natural de un proceso progresivo". Rusia, que como admitió la presidencia del encuentro ministerial en su comunicado final es "un caso especial", había mostrado su interés por ingresar en lo que se conoce como el "Club de los países desarrollados" desde hacía diez años, recordó Gurría.
Los ministros de la OCDE esperan que el proceso de adhesión sirva como acicate para acelerar en Rusia el calendario de reformas y garanticen "su implementación y su sostenibilidad", según la declaración final. En concreto, eso significa que al poner bajo supervisión estrecha a Moscú, tanto por parte de la propia organización como por todos los observadores exteriores -periodistas incluidos-, confían en evitar cualquier involución en un país con el que muchos mantienen relaciones difíciles y que está llamado a ser un socio ineludible, cuando menos en el sector energético.
Gurría, que en un tono muy diplomático alabó las "relaciones muy fluidas y muy estrechas" que mantienen con Rusia y que en el proceso de negociación que se abre habrá "un completo respeto de la soberanía", también puntualizó que "no hay plazos" para que se materialice el ingreso, y la velocidad dependerá de la que quieran imprimir las autoridades de este país, como de los otros cuatro. De Chile, Solbes destacó que "es un país que cumple con todas las condiciones" y que además de ser representativo de Latinoamérica" "aporta muchas cosas a la organización".
En la misma línea, el secretario general afirmó que "Chile es un país que en América Latina se ha distinguido por políticas económicas y sociales que han estado marcando pautas" y su ingreso "nos permite ampliar el alcance geográfico de la OCDE". De hecho, Chile -que en la práctica ya cumple el grueso de los estándares requeridos para la adhesión- sería el segundo país latinoamericano de la organización después de México, que entró en 1994.
Brasil, que no había formalizado una candidatura a la OCDE, se quedará con el grupo de emergentes a los que se ha propuesto una "cooperación reforzada", sin cerrarse el camino de una posible entrada en el futuro, como tampoco a China, India, Indonesia y Sudáfrica. Gurría insistió en la idea de que "la OCDE siempre está muy interesada en mantener con Brasil la relación más próxima posible". La apertura al exterior de la organización conlleva un compromiso para un cambio del modelo de financiación, que deberá ser ratificada de aquí al próximo año por los miembros.
Hasta ahora, el criterio presupuestario era la renta per cápita, pero algunos grandes países se quejaban de que los pequeños, aunque fueran ricos en términos relativos, contribuyen poco pero acarrean un volumen de gastos importante.
"Estamos abriendo un periodo muy importante de la organización", señaló por su parte el secretario general de la organización, el mexicano Ángel Gurría, que insistió en que la apertura de negociaciones para la adhesión con el primer grupo de cinco "no es una casualidad", sino "la consecuencia natural de un proceso progresivo". Rusia, que como admitió la presidencia del encuentro ministerial en su comunicado final es "un caso especial", había mostrado su interés por ingresar en lo que se conoce como el "Club de los países desarrollados" desde hacía diez años, recordó Gurría.
Los ministros de la OCDE esperan que el proceso de adhesión sirva como acicate para acelerar en Rusia el calendario de reformas y garanticen "su implementación y su sostenibilidad", según la declaración final. En concreto, eso significa que al poner bajo supervisión estrecha a Moscú, tanto por parte de la propia organización como por todos los observadores exteriores -periodistas incluidos-, confían en evitar cualquier involución en un país con el que muchos mantienen relaciones difíciles y que está llamado a ser un socio ineludible, cuando menos en el sector energético.
Gurría, que en un tono muy diplomático alabó las "relaciones muy fluidas y muy estrechas" que mantienen con Rusia y que en el proceso de negociación que se abre habrá "un completo respeto de la soberanía", también puntualizó que "no hay plazos" para que se materialice el ingreso, y la velocidad dependerá de la que quieran imprimir las autoridades de este país, como de los otros cuatro. De Chile, Solbes destacó que "es un país que cumple con todas las condiciones" y que además de ser representativo de Latinoamérica" "aporta muchas cosas a la organización".
En la misma línea, el secretario general afirmó que "Chile es un país que en América Latina se ha distinguido por políticas económicas y sociales que han estado marcando pautas" y su ingreso "nos permite ampliar el alcance geográfico de la OCDE". De hecho, Chile -que en la práctica ya cumple el grueso de los estándares requeridos para la adhesión- sería el segundo país latinoamericano de la organización después de México, que entró en 1994.
Brasil, que no había formalizado una candidatura a la OCDE, se quedará con el grupo de emergentes a los que se ha propuesto una "cooperación reforzada", sin cerrarse el camino de una posible entrada en el futuro, como tampoco a China, India, Indonesia y Sudáfrica. Gurría insistió en la idea de que "la OCDE siempre está muy interesada en mantener con Brasil la relación más próxima posible". La apertura al exterior de la organización conlleva un compromiso para un cambio del modelo de financiación, que deberá ser ratificada de aquí al próximo año por los miembros.
Hasta ahora, el criterio presupuestario era la renta per cápita, pero algunos grandes países se quejaban de que los pequeños, aunque fueran ricos en términos relativos, contribuyen poco pero acarrean un volumen de gastos importante.