El estudio The Effect of Immigration on Productivity: Evidence from US States, del economista Giovanni Peri, concluye que un aumento de un 1% de la población activa de un estado debido a la llegada de inmigrantes genera un aumento del 0,5% de la renta de los trabajadores nativos.
El estudio se fija en las variaciones geográficas en el volumen de inmigración y analiza su impacto en el empleo estatal, el promedio de horas trabajadas, la acumulación de capital físico, la productividad total y su sesgo de habilidad. Peri utiliza como instrumentos la localización del estado en relación con la frontera mexicana y los principales puertos de entrada.
Los resultados no muestran ninguna evidencia de que los inmigrantes desplacen a los nativos y, sin embargo, sí revelan un aumento de la productividad total, junto con un descenso del uso intensivo de capital y el sesgo de habilidad de las tecnologías de producción. Esta conclusión sugiere que los inmigrantes promovieron una eficiente especialización en tareas.
Los resultados parecen contradecir las proclamas proteccionistas que alertan sobre el reemplazo de trabajadores nacionales por mano de obra barata venida de países menos desarrollados. Son numerosos los grupos que piden la exclusión de los inmigrantes y la discriminación positiva en favor de los nativos.
En Estados Unidos la Coalition for the Future American Worker agrupa a distintas organizaciones que se oponen a la importación de trabajadores. En el Reino Unido la consigna “British jobs for British workers” también encontró bastantes simpatizantes.
En España el sindicato UGT recomendó a los empresarios andaluces no contratar a inmigrantes para la recolección de la aceituna, declaraciones que la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía equiparó con “la posición de la extrema derecha europea”. Asimismo, la organización patronal Asaja-Sevilla acusó al alcalde comunista de Marinaleda y al Sindicato Obrero del Campo que dirige, de instigar la expulsión de inmigrantes que trabajan el cultivo de cítricos. Todo ello ante el silencio o la complicidad de otros sindicatos y alcaldes.
Los proteccionistas arguyen que no hay bastante trabajo para todos: los inmigrantes desplazan a los trabajadores autóctonos, y no puede consentirse que se contrate mano de obra extranjera barata mientras haya trabajadores nacionales en el paro. Los economistas más favorables a la libertad de movimientos de los factores productivos (entre los que se incluye el factor “trabajo”) señalan que en la sociedad no hay una cantidad de trabajo fija a realizar.
Un aumento de la inmigración, lo mismo que un aumento de la natalidad, expande la división del trabajo y aumenta la productividad de la economía. La competencia de los inmigrantes puede repercutir negativamente sobre algunos trabajadores nacionales en el corto plazo, pero a medio y largo plazo la mayoría de la sociedad se beneficia del aumento de la productividad en forma de más y mejores bienes y servicios a un precio menor.
La hipótesis de que los extranjeros están desplazando a los nacionales en estos tiempos de crisis, aprovechándose de su mayor inclinación a aceptar sueldos más bajos, no parece encontrar apoyo en los datos de la variación interanual de la ocupación de españoles e inmigrantes.
Así, según revela un informe de la empresa de recursos humanos Adecco, el número total de ocupados ha sufrido un descenso del 7,3% interanual: un -6,9% en el caso de los españoles (desaparición de 1.183.000 puestos de trabajo) y un -9,3% interanual en el caso de los extranjeros (293.000 empleos).
Es decir, l os inmigrantes son los que pierden más empleo en proporción a su volumen . Cabe matizar, no obstante, que los extranjeros de otros países de la comunidad europea han sido los menos afectados, con una caída de su ocupación del 1,2% interanual.