El evento, que dio el pistoletazo de salida el pasado 1 de mayo, permanecerá abierto al público durante seis meses hasta el 31 de octubre y espera recibir entre 70 y 100 millones de visitantes, con cuyas entradas sólo se recuperarían unos 1.100 millones de euros del total invertido.
Pese a que cuando Shanghai fue elegida en 2002 para albergar la Expo se calculó que el evento tendría un impacto equivalente al 0,6 por ciento del PIB del país, la mitad de los que se le dio a los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, ahora las cifras no están tan claras.
Uno de los puntos más costosos y criticados por los propios chinos ha sido el espectáculo de luces y fuegos artificiales, unido a la gala en la que participaron el actor Jackie Chan, el pianista Lang Lang y el cantante Andrea Bocelli que interpretó el Nessum Dorma de Giacomo Puccini y que marcó la jornada de apertura.
Y es que el gasto de la Expo está muy cercano en el tiempo a los gastos del desfile del pasado 1 de octubre para conmemorar el 60 aniversario del régimen comunista y la celebración de los Juegos Olímpicos en Pekín en agosto de 2008.
La capital económica del gigante asiático ha sufrido en los últimos meses un lavado de imagen y mejora de sus infraestructuras con motivo de la Expo, como la apertura de dos nuevas terminales en los aeropuertos y la remodelación del Bund (el paseo en las orillas del río Huangpu).
La red de metro más larga del mundo ha abierto nuevas paradas y líneas para llevar a los visitantes hasta las instalaciones de la Expo, uniendo una de ellas de 64 kilómetros de longitud los dos aeropuertos de la ciudad.
Una Expo récord
La Expo de Shanghai es un evento de muchos récords, como la superficie ocupa, que alcanza los 5,28 kilómetros cuadrados (equivalente a unos 1.000 campos de fútbol), y el número de países participantes, en total son 189, y por primera vez incluye la presencia de Corea del Norte e Israel con pabellón propio.
Además, esta es la primera vez que la cita tiene lugar en un país en vías de desarrollo desde que se tuviese lugar la primera exposición en 1851 en Londres o en posteriores ocasiones en Francia, Japón y España.
En total, Shanghai trasladó a más de 18.000 familias de manera forzosa, que presentaron sus cartas de protesta a Oficina Internacional de Exposiciones (BIE), pero ésta evitó tomar una posición en el asunto y alegó que se trataba de “un problema interno de China”.
Por su parte, la organización China Human Right Defenders (CHRD) denunció que el Gobierno chino ha desarrollado una campaña de detenciones y amenazas contra los disidentes de Shanghai para tener todo controlado durante la Expo. Más de 8.000 policías han sido trasladados a Shanghai para unirse a los 46.000 efectivos que tiene la ciudad, y patrullar las calles y controlar que todo esté en orden.
La Expo también se ve salpicada por acusaciones de plagio, que afectan al diseño del pabellón chino con forma de pirámide invertida, llamado Corona de Oriente, por su similitud con el edificio diseñado por Tadao Ando para representar a Japón en la Expo de Sevilla 92.
También ha sido criticada la mascota oficial Haibao, que significa tesoro del mar, pese a haber sido seleccionada entre 26.655 candidatos y en teoría estar inspirada en el carácter de persona en mandarín, ya que guarda un gran parecido con Gumby, un dibujo famoso en los 60 y 70 en Estados Unidos.
Parecido ocurrió con la canción “Esperándote aquí” para la promoción de la Expo, que guardaba muchos parecidos con una sintonía del autor japonés Mayo Okamoto y que la organización decidió retirar. Mientras, España busca captar la atención del visitante, que en su mayoría será chino, con “el gran cesto de mimbre” y el bebé gigante de 6,5 metros llamado Miguelín y diseñado por Isabel Coixet.
El edificio diseñado por la arquitecta Benedetta Tagliabue cuenta con 8.542 paneles de mimbre y supone una mezcla de la tradición e innovación, combinado con una compleja estructura de acero y vidrio.