LD (Agencias) Tras la toma de poder el pasado mes de mayo, el presidente argentino, Néstor Kichner, había ignirado varias de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional para poner un poco de orden en las cuentas públicas. Sin embargo, ha tenido que admitir que su primer viaje a los Estados Unidos lo utilizará para reunirse con el mandatario de ese país, George Bush, y pedirle apoyo en la renegociación de su deuda externa, luego de que declarara la cesación de pagos.
Ya la crisis argentina, que comenzó en diciembre del 2001, había tensado las relaciones de ese país con los Estados Unidos, después de que la Casa Blanca mostrara su indiferencia por ayudar en la recuperación de la tercera economía de América Latina, tras el impacto de una devaluación de la moneda y una deuda que ascendió a los 95.000 millones de dólares. La oposición del gobierno argentino a la guerra que Estados Unidos promovió en Irak, perturbó aún más los lazos entre ambos países durante el año anterior a la posesión de Kirchner.
Pero Kirchner sabe que el apoyo de Bush es esencial para lograr el deseado acuerdo de tres años con el FMI. De acuerdo con los analistas, el presidente estadounidense podría usar la reunión como vía para proponer al argentino que comience a escuchar las propuestas salidas del multilateral como punto de inicio de unas negociaciones más fructíferas.
Esta es la primera reunión que acuerdan los dos países después de varios meses, cuando una discusión entre Argentina y el Fondo Monetario culminó con el cese del pago del servicio de la deuda. El país austral tenía que haber desembolsado por este concepto 2.900 millones de dólares el pasado 9 de septiembre. Un nuevo desacuerdo obligaría a Kirchner a utilizar sus escasas reservas públicas para hacer frente a los gastos o declararse nuevamente en “default”, lo que incidirá en la cotización de los bonos de deuda soberana y alejaría la posibilidad de que llegue “dinero fresco” del FMI.
Ya la crisis argentina, que comenzó en diciembre del 2001, había tensado las relaciones de ese país con los Estados Unidos, después de que la Casa Blanca mostrara su indiferencia por ayudar en la recuperación de la tercera economía de América Latina, tras el impacto de una devaluación de la moneda y una deuda que ascendió a los 95.000 millones de dólares. La oposición del gobierno argentino a la guerra que Estados Unidos promovió en Irak, perturbó aún más los lazos entre ambos países durante el año anterior a la posesión de Kirchner.
Pero Kirchner sabe que el apoyo de Bush es esencial para lograr el deseado acuerdo de tres años con el FMI. De acuerdo con los analistas, el presidente estadounidense podría usar la reunión como vía para proponer al argentino que comience a escuchar las propuestas salidas del multilateral como punto de inicio de unas negociaciones más fructíferas.
Esta es la primera reunión que acuerdan los dos países después de varios meses, cuando una discusión entre Argentina y el Fondo Monetario culminó con el cese del pago del servicio de la deuda. El país austral tenía que haber desembolsado por este concepto 2.900 millones de dólares el pasado 9 de septiembre. Un nuevo desacuerdo obligaría a Kirchner a utilizar sus escasas reservas públicas para hacer frente a los gastos o declararse nuevamente en “default”, lo que incidirá en la cotización de los bonos de deuda soberana y alejaría la posibilidad de que llegue “dinero fresco” del FMI.