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Irlanda recibirá un doble rescate por un total de 100.000 millones de euros

El rescate a Irlanda es inminente. Fuentes comunitarias lo dan por hecho y se empiezan a perfilar sus detalles: estará dividido en dos partes, una para el Estado y otra para los bancos, y sumará hasta 100.000 millones de euros. El Reino Unido tendrá un papel importante.

Según todos los indicios el Gobierno irlandés podría dar su brazo a torcer y aceptar el rescate de las instituciones internacionales en las próximas horas. De hecho, se prevé que el acuerdo final pueda sellarse en la reunión de los ministros de Finanzas que tendrá lugar en Bruselas este miércoles, según informa The Wall Street Journal (WSJ) citando fuentes comunitarias. De hecho, Bloomberg, citando al responsable del economista jefe del RBS, asegura que "es cuestión de horas, no de días"

El rescate tendría un monto total de 100.000 millones de euros, dividido en dos paquetes similares (de entre 45.000 y 50.000 millones). El primero iría dirigido a salvar la banca irlandesa, origen de la crisis en el país celta. El segundo se destinará a consolidar las finanzas del Tesoro irlandés y a evitar que tenga que seguir saliendo a los mercados de deuda, que le han exigido unos altísimos tipos de interés para comprar sus bonos en las últimas semanas.

Según las fuentes citadas por WSJ, en el plan final tendrá una participación fundamental el Reino Unido, a través de "préstamos bilaterales" al Gobierno irlandés. La cantidad final que aportará cada parte no está definida, aunque se prevé que al menos la mitad será aportada por el FMI, quedando el 50% restante en manos de la UE y el Reino Unido.

El papel de este último país será clave en la consecución de un acuerdo, puesto que es su sistema bancario el que más expuesto está al peligro de un desmoronamiento irlandés. En este sentido, los miembros del Gobierno británico han aceptado tener una parte importante en el rescate, junto a la Eurozona y al FMI.

El doble rescate

El formato del rescate doble sobre el que se ha comenzado a hablar en las últimas horas permitirá separar la parte que va destinada a recapitalizar los bancos irlandeses y la que se utiliza para consolidar las arcas del Estado. Las cuentas públicas irlandesas estaban en una buena situación hasta el estallido de la crisis financiera y se han visto muy dañadas por la ayuda que el Gobierno celta ha prestado a sus entidades.

Ahora, esa ayuda amenaza con arrastrar al Estado a la bancarrota sin haber sido capaz, por otro lado, de eliminar los riesgos sobre el sistema financiero, cuyo tamaño es nueve veces todo el PIB irlandés. Los bancos celtas tienen unas obligaciones de más de 1,3 billones de euros, mientras que la producción anual del país suma los 160.000 millones. Por eso, la solución nacional es prácticamente inviable, ya que las cuentas públicas no podrían soportarla.

Hasta ahora, el Gobierno irlandés ha sido reticente a aceptar la ayuda del FMI y la UE porque esto supondría también tener que entregar a estas dos organizaciones parte de su soberanía fiscal. Es decir, a cambio del plan de rescate, tanto el FMI como sus socios comunitarios le exigirán al Ejecutivo irlandés que tome medidas aún más dolorosas que las ya aprobadas en los últimos meses.

También será clave en la resolución de toda esta crisis el Banco Central Europeo (BCE). Según los últimos datos publicados, el organismo presidido por Jean-Claude Trichet prestó 130.000 millones de euros al sistema irlandés el pasado octubre frente a los 121.000 millones de septiembre, casi el 15% de toda la financiación europea pese a que el peso de su sistema en el conjunto de la zona euro es muy inferior. Además, para evitar la declaración oficial de quiebra del Estado irlandés, al BCE no le quedaría más remedio que empezar a comprar prácticamente la totalidad de sus emisiones de deuda pública, tras el pánico generado en los mercados -sólo la semana pasada compró 1.000 millones de euros en bonos de la zona euro frente a 711 de la semana previa, la mayor cuantía en meses-. Esto supondría acelerar la monetización de la deuda pública, una delicada línea roja que el BCE esfuerza en no traspasar, ya que Alemania rechaza frontalmente este programa de compras.

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