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¿Ha llegado el fin de la hegemonía del dólar?

La reciente recuperación de la divisa estadounidense ha frenado las advertencias del fin del billete verde como moneda internacional. Su estabilidad es necesaria para cualquier economía.

Estaba muerto o sólo inmerso en un largo y profundo letargo? Nos referimos al dólar, por supuesto. Una moneda que en las últimas dos semanas ha roto con los vaticinios más agoreros contra su hegemonía internacional. La moneda estadounidense ha recuperado posiciones respecto al euro a una velocidad mucho más rápida de lo que cabía esperar. De hecho, más que hablar de la fortaleza de una u otra divisa, tal vez habría que explicar cómo la debilidad de una impulsa a sus contrarias.

Porque lo que ahora está ocurriendo es que el euro ha perdido fuelle y credibilidad entre los inversores extranjeros, preocupados por unas señales más que evidentes de fatiga en algunas economías de la unión monetaria. El cambio entre ambas divisas de referencia se sitúa actualmente cerca de las 1,45 unidades a favor de la moneda europea, cuando hace sólo dos semanas la proporción era de 1,50 dólares por cada euro.

No hace tanto de eso, pero las perspectivas en el mercado de divisas han cambiado radicalmente. Claro que entre medias Grecia ha registrado la primera rebaja de rating de un país europeo por debajo de "A" y España ha sufrido un duro informe por parte de Standard&Poor’s en el que se advierte de un posible recorte de su calificación crediticia si no se toman medidas estructurales.

Muchos factores

Por detrás de cualquier oscilación en el mercado de divisas hay una larga lista de factores que influyen en él, desde la pura especulación hasta las perspectivas de crecimiento en una determinada región. Así que antes de explicar porqué el dólar empieza a recuperarse, habría que dar primero con las causas de su desplome previo.

Desde comienzos de 2009 la economía estadounidense apuntaba a una recuperación más sólida que la europea. Así lo justificaban los datos de producción industrial, PIB y confianza de los consumidores, entre otros. Sin embargo, la realidad resultó ser más complicada al otro lado del Atlántico después del verano. La Reserva Federal (Fed) advirtió de que la recuperación sería más lenta de lo esperado y los datos del desempleo mantenían aún retrasado el consumo, principal motor de su economía.

Mientras la economía se mantenga débil, la Fed no subirá los tipos de interés, y esa expectativa es la que provocó el desplome del dólar. Los inversores llegaron a pensar que EE.UU. mantendría el precio del dinero más bajo que el BCE en 2010, por lo que el dólar cayó con fuerza respecto a la moneda comunitaria.

Esto responde a la estrategia de inversión denominada carry trade, según la cual un inversor acude a financiarse a una economía con los tipos muy bajos (moneda de financiación, es decir, el dólar en este caso) e invierte ese préstamo en zonas geográficas con mayor remuneración (moneda de inversión).

O sea, que los flujos de dinero acudían a financiarse a EE.UU. e invertían en Europa, ante la expectativa de que los tipos de interés subieran antes y, por tanto, hubiese mayor remuneración en activos como la renta fija o productos monetarios. Dicha práctica ayudaba a revalorizar cada vez más el euro en contra de un dólar más débil que nunca.

Otro aspecto que ha contribuido a hundir al dólar en la segunda mitad de 2009 ha sido su supuesta pérdida de credibilidad internacional. El debate comenzó cuando los países emergentes, especialmente los asiáticos, empezaron a desprenderse de la divisa estadounidense para denominar sus reservas en otras monedas, como el yuan chino.

En aquel momento el gurú Nouriel Roubini, prestigioso economista que vaticinó la crisis subprime, se apuntó a las teorías negacionistas del dólar, alegando que lo que convierte a una moneda en referencia mundial es el flujo entre acreedores y deudores a nivel internacional, una situación que está cayendo ahora con respecto a las operaciones referenciadas a otras divisas.

Sin embargo, esas teorías parecen haber caído por su propio peso en cuestión de semanas. Recientemente Jesús Sánchez Quiñones, director general de Renta 4, declaró en un artículo que "el dólar sigue siendo la moneda refugio en momentos de incertidumbre. Adicionalmente, las operaciones de carry trade (financiación en dólares para invertir en otras divisas con mayores tipos de interés) puede provocar una exacerbación de los movimientos de recuperación del dólar en caso de turbulencias en los mercados".

En otras palabras, lo que este experto estaba diciendo era que las inversiones en dólares en 2010 actuarán como cobertura de las posiciones en mercados de renta fija y renta variable: si los mercados corrigen, el dólar se recuperará.

Intereses comunes

La hegemonía del dólar como moneda de referencia internacional comenzó en los acuerdos de Bretton Woods en 1944, cuando se decidió dar estabilidad a las operaciones comerciales con un tipo de cambio estable basado en el dominio del dólar. Para ello, se estableció un patrón oro-dólar por el que una onza debía mantenerse en el precio fijo de 35 billetes verdes. Eso hacía estable a la moneda estadounidense, sobre la que fluctuaban el resto de divisas internacionales.

Aún cuando el oro dejó de ser un patrón de cambio, el dólar continuó siendo la moneda de referencia sobre la que se denominaban las operaciones comerciales y financieras internacionales. Y así sigue siendo por interés no sólo de EE.UU., sino del resto de países.

Recientemente, con la caída del dólar, algunos bancos centrales asiáticos tuvieron que acudir al mercado a comprar esta moneda para contener su desplome. El motivo es que una sobrevaloración de sus divisas respecto a la estadounidense perjudica las exportaciones y por tanto la competitividad de estas economías. Lo mismo que le ocurre a los países europeos, como advirtió recientemente Jean-Claude Trichet: "Un dólar fuerte es interés de toda la comunidad internacional, no sólo de EE.UU".

¿Y qué hay de España? La caída del dólar le ha permitido abaratar la factura energética, pero a su vez ha restado competitividad a sus exportaciones. José Carlos Díez, de Intermoney, sostiene que un cambio equilibrado y bueno para los intereses europeos rondaría los 1,30 dólares por cada euro.

El peso emergente

El dólar ha perdido protagonismo en el segundo semestre del año en parte por la política financiera de los países emergentes. Sus bancos centrales han ido reduciendo su exposición a esta divisa frente a otras monedas de mayor pujanza internacional, como el yuan chino o la rupia india. La venta de dólares en el mercado llegó a tumbar su cotización frente a una cesta de las diez principales divisas internacionales, entre las que se encuentran estas dos citadas.

Sin embargo, los emergentes han tenido que recular ante la caída mayor de lo esperada del dólar. Si esta moneda cae mucho, las exportaciones de su economía se encarecen respecto a los productos fabricados en dólares. Por eso han tenido que lanzar órdenes conjuntas de compra de dólares para contener su precio. Brasil optó además por penalizar fiscalmente las inversiones extranjeras en su país con la finalidad de contener la apreciación del real y evitar así que se perjudique a su sector exterior. Esta práctica evidencia la necesidad de todas las economías de que el dólar se mantenga estable. Incluso el BCE está dispuesto a comprar dólares si fuera necesario.

Factores de debilidad

1. Tipos de interés. Las divisas fluctúan en gran medida en función de las expectativas de política monetaria. Si los tipos de interés suben, la moneda de esa región subirá, ya que la hace más atractiva para recibir el flujo de inversiones financiadas en países con tipos más bajos. Es lo que se denomina carry trade.

2. Reservas internacionales. Hasta ahora, los bancos centrales de todo el mundo denominaban sus reservas en dólares, mayoritariamente. Un cambio en esta política podría llevar a vender muchos billetes verdes en el mercado, lo que terminar por desplomar su cotización en favor de otras divisas.

3. Materias primas. Las commodities se negocian en dólares. Por eso, si esta divisa cae, el precio se rebaja para quienes compramos en euros. Sin embargo, la caída del dólar puede encarecer el precio de estas materias primas. ¿Por qué? Los países productores recortarían la producción para compensar sus menores ingresos por la caída del dólar.

4. Aversión al riesgo. Otro de los factores que explican la reciente caída del dólar es la menor aversión al riesgo de los inversores internacionales, que han movido sus flujos de dinero a economías menos estables que EE.UU. Si vuelve el miedo, las inversiones volverán a este país y, por tanto, el dólar se recuperará.

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