(Libertad Digital) En el año 1996 cambió el signo del Gobierno y tras 13 años de socialismo bajo Felipe González, el PP llegó por primera vez al poder. Entre sus compromisos había uno que, según coincidían los analistas, no podría cumplir su palabra: hacer que nuestro país cumpliera a tiempo los criterios de convergencia para entrar en el club del euro desde el primer día. El plazo acababa en 1999. Contra todo pronóstico, el Gobierno logró su objetivo. Con España entraron otros once países más. Años después se sumarían otros, como Grecia y Eslovenia.
Caixa Catalunya ha elaborado un informe para conocer "la evolución de los criterios de convergencia de los países que actualmente son miembros de la Unión Europea". ¿Qué ocurriría si se repitiesen los exámenes de 1999? El examen constaba de cuatro "preguntas", referidas a la estabilidad de precios, las finanzas públicas, la fluctuación de la moneda y los tipos de interés a largo plazo.
Por lo que se refiere a la inflación, para aprobar este criterio la inflación española en 2006 tenía que haber quedado por debajo del 2,8 por ciento, pero fue del 3,6 por ciento. Así las cosas, según el estudio, "España sería el cuarto de los países que con datos de 2006 no cumpliría el criterio de estabilidad de precios, con una diferencia respecto al valor de referencia de cerca de 1 punto porcentual (3,6, ante el 2,8%), el más elevado de los países considerados".
El segundo criterio se refiere al déficit público y a la deuda acumulada. El primero no podía superar el 3 por ciento del PIB, mientras que la segunda no podía ser mayor del 60 por ciento del producto bruto de un año. Ahí es donde nuestro país obtiene su mejor puntuación. Primero porque no sólo no tiene déficit, sino que 2006 se cerró con un moderado superávit del 1,8 por ciento (entró "por los pelos" con un déficit del 3,1 por ciento). Y segundo porque su deuda pública se ha reducido en estos años del 64,6 por ciento al 39,9 por ciento.