La carga fiscal real de España ya es mayor que la del resto de los países de la OCDE. Un panorama que perjudicará la reactivación de las compañías tras la crisis. Así lo afirma un reportaje que publica el diario Expansión, con un gráfico interactivo para comprobarlo.
Las subidas fiscales y los anuncios de mayores alzas han llegado. Y, por si eso no fuese de por sí preocupante, su aparición sucede en medio de una órbita de gasto creciente, déficit desbocado e impuestos más elevados que los que aplican la mayoría de las economías avanzadas.
Carlos Cuesta y J. M. Lamet revelan en Expansión que la carga fiscal real (los impuestos soportados individualmente) comparada de España es ya mayor que la del resto de países que compiten por obtener la implantación de empresas, por captar ahorro o por comerciar en todo el mundo. O, lo que es lo mismo, que lejos de la vieja ventaja con la que contaba España, tradicionalmente con menos impuestos que las economías vecinas, en estos momentos la fiscalidad se ha convertido en un obstáculo.
Se trata de la principal conclusión que se obtiene del informe conocido como Barómetro de la Competitividad Fiscal que elabora anualmente Ernst & Young Abogados y en el que se analizan al detalle los principales impuestos que se aplican en cada una de las 29 economías de la OCDE.
España se sitúa en estos momentos por encima de la media de tributación tanto en el principal gravamen de las empresas, el de Sociedades, como en el IRPF. Así, según el estudio, España, con un tipo general del 30% en Sociedades, se encarama a la posición sexta entre los países con mayor pago en este tributo. Hay unos 20 países con una fiscalidad empresarial mejor.
El informe no escatima en detalles. Compara igualmente las deducciones y el resto de incentivos empresariales. Y destaca que en España el plazo para poder amortizar el fondo de comercio es el mayor de los 29 Estados -con lo que el importe deducido cada año resulta ser inferior al del resto-. El mismo veredicto se aplica a las ganancias de capital de las empresas, peor tratadas que la media.
España, en desventaja
Tampoco varía la conclusión sobre el IRPF: existe una posición de desventaja. La importancia de este tributo para las empresas radica en que marca el bruto que deberán pagar y que el trabajador no llegará a percibir.
Pues bien, España exige un tipo máximo en este tributo –del 43%–, superior al de Portugal, Irlanda, Francia, Grecia, Polonia o EEUU, por citar algunos ejemplos. La conclusión: se sitúa por encima de la media y en el puesto doce de los más caros en fiscalidad personal.
El informe destina un apartado a las ganancias de capital. La conclusión más llamativa en este área es que hasta siete Estados de los analizados directamente incluyen mecanismos para que el ahorro no tribute. En España, por el contrario, la última reforma elevó el tipo máximo aplicable a las inversiones no especulativas -con más de un año de antigüedad- del 15% al 18% y ahora ya se estudia la posibilidad de una nueva subida.