(Libertad Digital) Tras la muerte del rey Fahd, la continuidad dinástica se ha resuelto con la elección de su hermano, Abdala ben Abdelaziz, como sucesor. Pero detrás de esta aparente normalidad en el mantenimiento institucional de la oligarquía saudí se esconde una provisionalidad que ha asustado al mercado del crudo. Esto se ha puesto de manifiesto en una nueva subida de los precios del oro negro.
El futuro político del primer productor de petróleo del mundo no está del todo claro. El islamismo de corte wahabbista ha ido extendiendo su poder en las principales instituciones del país. Han ocupado las instituciones educativas, lo que llama a la preocupación sobre la formación de los futuros dirigentes políticos y religiosos. Recordemos que el Wahabismo justificó los atentados contra las torres gemelas y el Pentágono del 11 de septiembre de 2001.
Entre tanto, el mercado de petróleo se encuentra en una situación excepcional. Irak, que posee las segundas reservas del mundo, está en una situación complicada y su producción no alcanza los niveles considerados normales. Irán tiene un parque en gran parte obsoleto y no explota sus recursos como podría. Venezuela tampoco cuenta con una situación política ordenada.
Por otro lado, India y China están tirando fuertemente de la demanda mundial. También los Estados Unidos, que están recuperando a buen ritmo los niveles de crecimiento. El Wall Street Journal informaba este lunes de que las previsiones de los economistas sobre la economía estadounidense son ciertamente positivas. Frente a esta demanda en aumento, tanto la capacidad de producción petrolera como la capacidad de refino están al máximo de su capacidad. En estas condiciones, los beneficios de las petroleras está alcanzando nivles históricos. El ingreso neto de Exxon y Shell aumentó un 30 por ciento en el segundo trimestre del año, pese a que su producción ha caído, a medida que los pozos más antiguos se van agotando.