(Libertad Digital) La economía española resistió con brillantez la crisis económica internacional de 2001 y 2002, de hecho en 2003 estaba ya en franco proceso de recuperación, acelerando su crecimiento y reduciendo de forma visible sus desequilibrios. El diferencial de inflación se redujo hasta menos de medio punto a comienzo de 2004 y el déficit por cuenta corriente y capital se redujo a un 1,5% del PIB. Todo ello se tradujo en un avance sustancial de la convergencia real, que en 2003 fue de dos puntos porcentuales, tal y como explican desde la secretaría económica del Partido Popular.
A juicio de sus expertos, en 2004, la recuperación se estanca y los desequilibrios en lugar de corregirse, se agravan. El diferencial de inflación cada mes aumenta y el déficit exterior está en record histórico. Lamentablemente lo estamos pagando en convergencia real, en 2004 el avance será muy limitado. El saldo comercial es muy negativo, España no ha sido capaz de aprovechar la recuperación económica internacional y europea de 2004. Lo más dramático es la falta de capacidad de competir de nuestra economía en los mercados más dinámicos. En Asia y en los países ampliación es donde nuestra política comercial ha cosechado los mayores fracasos.
El saldo turístico se ha deteriorado. Algo que no se veía en España desde hacía mucho años (salvo el episodio de la crisis del 11-S). La venta turísticas están estancadas. Estos resultados tan negativos se presentan en un año de fuerte recuperación del turismo mundial con un crecimiento del 10%. Las inversiones directas en nuestro país se han desplomado. Se han recibido dos tercios menos de inversiones netas que en 2003. Gran parte es debido a una menor afluencia de inversores, pero parte también a desinversiones y fenómenos de deslocalización. España ha perdido credibilidad y confianza ante los inversores internacionales.
Como resultado, no sólo tenemos el mayor déficit corriente de nuestra historia, sino que lo financiamos con operaciones a corto plazo, en cartera, en lugar de con inversiones directas a largo plazo: mayor inestabilidad en el sector exterior imposible. El Gobierno no está haciendo nada para corregir estos desequilibrios. Sólo vende humo y propaganda como el paquete de medidas que anunció. Prefiere no hacer nada en política económica, y no acometer reformas de calado. Pero desde Génova lo tienen claro: El tiempo se le está acabando al Gobierno, la falta de competitividad está estrangulado poco a poco nuestra capacidad de crecimiento. Es hora de que el Gobierno se tome en serio nuestra situación económica.