El pleno del Parlamento Europeo (PE) se pronunció, con un gran consenso entre las fuerzas políticas, sobre los dos expedientes que forman parte de la respuesta europea a la crisis financiera. En el primer caso, una abrumadora mayoría de los diputados apoyó el acuerdo negociado con los estados miembros para poner límite a las bonificaciones que reciben los banqueros, que se aplicará a partir de enero.
A partir de 2011 sólo un 30 por ciento de las primas que reciben los ejecutivos de la banca podrán pagarse en efectivo -un 20 por ciento en el caso de las más grandes- y al menos la mitad de esas retribuciones tendrán que abonarse como capital contingente, es decir, dinero al que pueda recurrir la entidad en caso de dificultades. Además, el pago de entre el 40 y el 60 por ciento de las primas se deberá aplazar al menos tres años y el banco podrá recuperarlas en caso de que las inversiones no tengan los resultados esperados.
Las nuevas normas introducirán limitaciones específicas para los bancos rescatados con fondos públicos y establecerán que el reembolso de las ayudas tendrá que ser la prioridad. Para la Eurocámara, las nuevas normas pondrán fin a una "cultura de primas de alto riesgo" que "daña la economía" y termina por hacer que sean los contribuyentes los que paguen por los problemas de las entidades.
Requisitos de capital y supervisión financiera
La nueva normativa incluye también un refuerzo de los requisitos de capital para los bancos, con los que la UE quiere garantizar que las entidades cuenten con liquidez para hacer frente a eventuales crisis. En contraste con el acuerdo sobre la remuneración de los banqueros, la UEsigue enzarzada en discusiones en torno al nuevo sistema de supervisión financiera que pretende tener en funcionamiento a partir del 1 de enero.
El Parlamento Europeo hizo una demostración de fuerza y aprobó con amplísimas mayorías sus enmiendas a la propuesta de los estados miembros, dejando claro que no está dispuesto a aceptar una vigilancia poco estricta o fraccionada a escala nacional. El mensaje de los diputados es de firmeza, pero a la vez de voluntad negociadora, pues decidieron no completar la votación de la primera lectura del expediente para dar tiempo a continuar el diálogo con los gobiernos y tratar de obtener un acuerdo que pueda ser ratificado en septiembre.
Lucha con los gobiernos
El caballo de batalla entre los parlamentarios y los gobiernos siguen siendo esencialmente los poderes reales que se le concederán a las nuevas autoridades supervisoras europeas para la banca, los mercados y las aseguradoras.
El PE defiende que estas instituciones puedan emitir decisiones vinculantes para las entidades financieras cuando los supervisores nacionales fallen a la hora de hacerlas desistir de prácticas poco sólidas, así como dotarlas de poder para resolver disputas entre las autoridades de distintos países.
Además, insisten en que los supervisores europeos sean los encargados de vigilar las instituciones más importantes de carácter trasnacional. Mientras, algunos países encabezados por el Reino Unido, son reacios a ceder estos poderes a los órganos europeos.
Los eurodiputados, en cualquier caso, siguen confiando en lograr un acuerdo, gracias a la contribución de la Presidencia de turno belga, con la que ya han logrado algunos avances. Según fuentes parlamentarias, Bélgica estaría dispuesta incluso a "trocear" el paquete legislativo para que la aprobación de algunos puntos polémicos no requiera la unanimidad de los estados miembros que necesitan otros aspectos, lo que impediría que uno o dos países veten la decisión.