(Libertad Digital) El secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, dejó claro el lunes la intención del Ejecutivo en materia de impuestos: "Todas las opciones están abiertas", en referencia a nuevas subidas de impuestos para reducir el déficit público y cumplir el Pacto de Estabilidad que marca Bruselas (déficit máximo del 3% del PIB) para 2012.
Tras subir el pasado viernes los impuestos especiales del tabaco y los hidrocarburos, el Gobierno estudia ahora aumentar los impuestos a las rentas de capital. Así, según informa Marta Yoldi en elEconomista, "el tipo fijo del 18% del IRPF y los rendimientos irregulares de trabajo están en el punto de mira".
El Ejecutivo no tocaría el tipo marginal máximo del 43% en el IRPF, pero sí estudia subir el tipo fijo que grava las rentas de capital, actualmente establecido en el 18%. Es decir, aumentar los impuestos sobre intereses, dividendos, primas, participación en beneficios o rendimientos de activos, cualquier utilidad derivada de la condición de socio, accionista, asociado o partícipe, principalmente.
La idea consistiría, pues, en gravar con más impuestos el ahorro. Además, tocará también los rendimientos irregulares del trabajo, obtenidos en un plazo superior a dos años y que no son recurrentes o periódicos. Por ejemplo, los bonus con las que muchas empresas incentivan a sus empleados y directivos para incentivar la producción o lograr determinados objetivos. En la actualidad, estos rendimientos tienen una reducción del 40%. "Aquí es donde Hacienda está pensando en hacer cambios", señala el periódico.
Pero hay más. Con la subida del tributos al tabaco e hidrocarburos Hacienda espera recaudar unos 2.230 millones de euros más al año, siempre y cuando se mantenga el consumo. Muy poco si se compara con el déficit público que prevé el Gobierno para este año (9,5% del PIB), que dejará un agujero en las cuentas públicas próximo a los 100.000 millones de euros.
Por ello, Bernardo Díaz apunta en Cinco Días que una forma de subir impuestos "sin que se note" demasiado es recortando deducciones. Con eliminar tan sólo la famosa deducción de 400 euros en el IRPF aprobada por el Gobierno el pasado año, Hacienda recaudaría 6.000 millones de euros más. Eliminar la deducción por la compra de vivienda habitual ahorraría al Estado otros 4.268 millones al año, y así sucesivamente con otros beneficios fiscales (aportación a planes de pensiones, exención por reinversión en vivienda, tipo de gravamen reducido para pymes, reinversión de beneficios...).
Lo único que, de momento, no se planeta el Gobierno es subir el IVA, justo lo que piden los empresarios para poder así abaratar el empleo, reduciendo en 2 ó 3 puntos las cotizaciones a la Seguridad Social que pagan las empresas.