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Desconcierto del Gobierno en el peor momento de la crisis de deuda

En el momento más delicado para las finanzas públicas españolas el Gobierno no es capaz de ofrecer un relato unitario de la situación. Campa, Salgado y Alonso han explicado este martes su versión del colapso de la deuda pública. Sus argumentos no coinciden y tampoco son demasiado convincentes.

La deuda pública española volvió a tocar este martes un nuevo máximo y superó los 300 puntos básicos respecto al bund alemán (aunque finalmente cerró en 289 puntos), la bolsa encadena caídas y son insistentes los rumores sobre un posible rescate, pero el Gobierno confirma que no hará nada.

Los récords negativos en los parqués son algo tan habitual en los últimos días que ya casi ni sorprenden. Sin embargo, no por eso deja de ser preocupante, puesto que la situación es cada vez más parecida a la de Irlanda y Portugal. Por eso, no sorprende que las preguntas de los periodistas se centren en este tema y en las posibles soluciones del Gobierno al mismo.

Este martes, tres de los principales portavoces económicos –Salgado, Campa y Alonso- del Ejecutivo han salido a dar su opinión. ¿El resultado? Tres explicaciones diferentes, no muy convincentes y que no han ofrecido ninguna solución o medida nueva. Parece muy poco para calmar a unos inversores que hace ya muchos días que han dejado de confiar en España.

Campa: "Fluctuaciones"

El primero en salir a escena ha sido José Manuel Campa, secretario de Estado de Economía, que ha acudido a la Comisión de Economía y Hacienda del Congreso de los Diputados. Allí, en declaraciones ante los medios, explicó que la crisis de deuda soberana que está viviendo España en los últimos días se debe a "fluctuaciones de corto plazo" que, no obstante y según dijo, "todas van en la misma dirección". También explicó que desde el punto de vista de la política económica, "lo fundamental es centrarse en las actuaciones que se pueden hacer para mejorar la situación de los fundamentales".

En este sentido añadió que "a corto plazo hay muchas fluctuaciones" y que "ahora, estamos en unos momentos de turbulencias" por lo que "lo importante es ejecutar las políticas planteadas y los mercados reaccionarán a ese sentimiento". Además, manifestó que "no podemos reaccionar a las fluctuaciones de uno o dos días sobre todo, en momentos en que dadas las tensiones, la percepción es que la liquidez es menor que en situaciones normales del mercado", informa Efe.

Esta explicación del secretario de Estado tiene algunos inconvenientes. Campa, uno de los miembros más preparados del equipo económico del Gobierno, sabe que no es un problema de "uno o dos días". La prima de riesgo lleva subiendo de forma constante desde hace varios meses. De hecho, ya fue noticia cuando el diferencial con el bund alemán superó los 100 puntos, allá por el mes de abril. Ahora, con una cifra tres veces mayor, es difícil creer al Gobierno cuando pide tranquilidad.

Salgado: la culpa, de Irlanda

Después de Campa, le tocaba el turno a su jefa, Elena Salgado, que comparecía en la Sesión de Control al Gobierno del Senado. Allí, la ministra de Economía respondía a una pregunta del senador de CiU sobre la situación de la deuda pública española, y ofrecía una nueva explicación: la convocatoria de elecciones en Irlanda, que "no ha sido una buena noticia" en el actual clima de "fuertes tensiones", también aclaró que España se encuentra en mejor situación que el resto de las víctimas de los ataques para aguantar la tormenta que "ha vuelto a arreciar".

En su opinión, las tensiones que viven los mercados, y que han llevado a la prima de riesgo de España a situarse por encima de los 300 puntos básicos, no están motivadas por su supuesta falta de solvencia, sino que van más allá y "son un ataque al euro". Por ello, demandó más coordinación de las instituciones de la UE para defender la moneda única, informa Europa Press.

La vicepresidenta también ha acudido al su discurso de apertura del III Encuentro de Directivos CEDE, donde ha detallado la situación de los últimos meses a nivel europeo, recordando "la gran incertidumbre" del mes de abril cuando llegó el rescate de Grecia, una situación que se ha repetido en octubre con "nuevas turbulencias en el mercado de divisas, la renta variable y la deuda soberana". "Los problemas de sus bancos -en referencia a Irlanda- han puesto en cuestión la sostenibilidad de las cuentas públicas", un hecho que según la ministra ha provocado de nuevo incertidumbre y "dudas con la estabilidad de la moneda única".

Las explicaciones de Salgado suenan a argumento ya escuchado: "especuladores", "ataques al euro" o "tensiones". Pero todas estas metáforas se estrellan contra la realidad. Los mercados no son un ente abstracto que quiera cebarse de forma caprichosa con un determinado activo. El precio de la deuda española es el resultante de las decisiones de millones de inversores de todo el mundo.

De hecho, incluso si nos imaginamos a un especulador como lo dibuja el pensamiento políticamente correcto (un yuppie avaricioso, que quiere sacar el máximo rendimiento a su inversión), es complicado explicar por qué sube precisamente la deuda española. Si el bono alemán a 10 años paga un 2,6%, el español se sitúa por encima del 5,4% y no hay "ninguna duda" (como asegura el Gobierno) de que España impague, todos los inversores, fondos y tiburones financieros deberían pelearse por adquirir deuda hispana: ganarán un 3% más que con la germana. Incluso comprando la imagen vendida por los políticos europeos sobre los mercados, se hace difícil comprender por qué no lo hacen y, de esta manera, bajan su precio.

Sin embargo, es mucho más fácil de explicar esta situación si se piensa en la verdadera razón de esta situación: simple y llanamente los inversores no se fían de la deuda española. Por eso, están dispuestos a comprar antes bonos alemanes, aunque les den una rentabilidad pequeña, que bonos hispanos que no están seguros de cobrar. Quizás Salgado debería meditar si no sería necesario presentar nuevas medidas que hagan que los mercados se crean que el Gobierno quiere verdaderamente atajar el déficit público. De hecho, el Ejecutivo puede tener la respuesta en casa: la primera crisis de deuda, que se vivió allá por el mes de abril, se resolvió con el anuncio del tijeretazo y el anticipo de algunas reformas que ahora los inversores parecen no creerse, quizás porque se han descafeinado muchas de las medidas presentadas entonces.

Alonso: que venga el BCE

Pero la declaración más curiosa le ha correspondido este martes a José Antonio Alonso, portavoz parlamentario del PSOE que en una rueda de prensa en el Congreso ha asegurado ahora sería conveniente la compra de deuda pública por parte del BCE tras ser preguntado si opinaba que el papel de esta institución debería ser más activo, dada la situación creada por los ataques que están sufriendo los países del euro, informa Efe.

Ha destacado Alonso que esta misma mañana ha habido "fuertes oscilaciones" en los mercados de deuda, que afectan tanto a España como a otros países como Portugal, Bélgica o Francia, en un comportamiento "no normal", con "dosis de histeria" incluidas. "Estamos en presencia de movimientos especulativos; ante ellos hay que mantener la calma y seguir actuando políticamente", ha advertido.

Es decir, que para el PSOE, la solución a que España no encuentre inversores dispuestos a poner su dinero en su deuda pública es que el BCE compre los bonos. Vamos, que lo que no quieren los ahorradores europeos deben soportarlo los contribuyentes, con una inyección monetaria que debilitará la moneda única y ayudará a un incremento de la inflación. En teoría, estaría todo resuelto: de hecho, el Gobierno podría seguir endeudándose eternamente, el señor Trichet ya se encargaría de imprimir todos los billetes que hicieran falta. Claro, que es posible que al resto de los socios europeos no les haga tanta gracia seguir una política que ya se ha demostrado inútil en EEUU y que haría que todos sus ciudadanos vieran reducida su riqueza.

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